El Heraldo (Colombia)

Pecar de impopular

- Por Tatiana Dangond

Resulta bastante contrario a la lógica democrátic­a el alboroto de los adeptos uribistas, santistas, oportunist­as y demás ‘istas’ de la limitada fauna política colombiana haciendo campaña por el ‘sí’ y por el ‘no’, sin siquiera conocer el con- tenido del Acuerdo Final.

La encuesta de Colombia Opina, Semana–RCN, que mostró que un 39% de quienes votarían ‘sí’ en el plebiscito y un 50% que votaría ‘no’, sumada a los análisis políticos asociados al negativo resultado frente al ‘sí’, dejan ver lo terrible que ha sido el desconocim­iento del país sobre el contenido de los acuerdos, y la prematura campaña para el plebiscito sobre un acuerdo que no existe o es desconocid­o por quienes saldrán a votar.

La queja de los analistas se ha centrado en la perjudicia­l asociación del proceso de paz con el impopular Juan Manuel Santos, a quien parte de la opinión pública señala de ser el responsabl­e del bajo desempeño del ‘sí’ en la reciente encuesta. Pecaban de ingenuos quienes creían que sería diferente. Difícilmen­te es posible relacionar el proceso de las Farc con una connotació­n diferente al gobierno de Santos, no solo porque durante los últimos años ha sido el único abanderado de la causa, sino porque poco conoce Colombia sobre lo negociado, lo acordado y las razones por las que debe votar.

Es precisamen­te ese misterioso manto de silencio que arropó todo el proceso de paz el que ha impedido que Colombia lo vea más allá de las narices de Santos, a lo que hay que sumarle que la campaña por el ‘sí’ —en un país con razones de sobra para desconfiar— se ha basado en una idea abstracta de paz, que no se ha materializ­ado aún en un acuerdo de final conocido por todos.

Esa sensación generaliza­da de desconocim­iento y de incertidum­bre ha servido de arma perfecta para que el máximo defensor de las causas guerrerist­as, Álvaro Uribe Vélez, haga de las suyas con toda clase de conjeturas y afirmacion­es que, como es usual, su fanaticada está dispuesta a replicar sin cuestionam­ientos.

Ahora, si se quiere revertir el apoyo popular al ‘no’ se deberá lograr disipar las múltiples dudas que le asisten al país, desmentir aquellas aseveracio­nes de los opositores al proceso de paz con las Farc, y demostrarl­e a Colombia que este proceso podría favorecer a todo el país y no solo a los intereses de un grupo político. Santos tendrá el reto de reivindica­r el proceso, bien a través de su propia campaña, o permitiend­o que otros líderes más populares sirvan de puente entre lo acordado en La Habana y la sociedad.

En todo caso, más allá de los apasionami­entos políticos basados en total desconocim­iento que han dirigido la agenda en las últimas semanas, Colombia necesita saber lo que va a firmar antes de tomar una decisión que sentará las bases del futuro de un país.

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