Folclorismo vs. Código de Policía
Las costumbres nacen con la repetición continua de las acciones, y erradamente se piensa que algo está bien porque es costumbre y todos lo hacemos. No se ve bien porque es costumbre que a los costeños nos gusten las fiestas y el jolgorio y a algunos les importe poco el derecho a la tranquilidad del vecino. El caso es que si todos aceptáramos o hiciéramos folclor, coloquialmente hablando, no habría problema y en este caso el Código de Policía carecería de fundamento. Lo real es que quien hoy participa, acepta y permite el jolgorio, mañana puede ser que no, entonces en este caso se justifica la norma policial.
Si hacemos un símil de lo comentado con todas nuestras necesidades biológicas vemos que comer, por ejemplo, es lo normal y lo hacemos de forma natural en público. Sin embargo, existen necesidades fisiológicas que repugna verlas hacer en lugar público. Esto infiere que ejecutar estos actos en público se toca el derecho de los demás a que se les respete. En este orden de ideas, mi derecho no puede permitirme afectar el de los demás, por lo tanto se puede pensar que lo bueno y necesario para unos puede afectar a otros. No se puede, por lo tanto, usar nuestra idiosincrasia como pretexto para irrespetar a otros o violar las normas que regulan las relaciones entre ciudadanos, dígase costeños o dígase cachacos. En cuanto a lo que se dice ser la idiosincrasia del costeño cabe anotar que puede haber discrepancia entre lo que esto significa y el espíritu legal del código policial, sobre todo en lo que respecta a su comportamiento al desborde en las carnestolendas. Tempora
das en que la aplicación del código debe ser hecha con relativa elasticidad.
Ulises R. Rico Olivero