Las ‘nochadas’
En un clima de tanta inseguridad como el que actualmente se vive en Barranquilla y sus poblaciones aledañas, lo que faltaba era la existencia ya plenamente reconocida de las llamadas ‘nochadas’. Congregan a jóvenes desde muy temprana edad, inclusive niños, y los trasladan a lugares desocupados con la promesa de rumba, sexo, alcohol y toda clase de drogas. No es un tema menor porque, hasta donde se sabe, es a través de las redes sociales que se promocionan estos eventos en distintos lugares de Barranquilla y Soledad. Y nadie puede controlar fácilmente este tipo de invitaciones cuando el acceso al internet es cada día más fácil.
Detrás de estos encuentros hay muchos hechos preocupantes: para empezar, el microtráfico que está tomando dimen$500.000 siones muy preocupantes en el país, ante los ojos de unas autoridades y de una sociedad desconcertada que no han encontrado la forma de frenarlo y menos de acabarlo. Qué mejor manera de ampliar el mercado doméstico de estupefacientes, que empezar a crear este vicio entre los sectores más jóvenes de la sociedad. Lo han ensayado todos estos perversos negociantes, desde vender dulces con droga en las puertas de los colegios hasta llegar a esta nueva modalidad que reúne todos los atractivos para mucha población, que no alcanza a medir los riesgos para su vida actual y futura. No se imaginan muchos de ellos lo que significa caer en esa trampa de volverse adictos a la marihuana, cocaína y otras variedades. Esta es una forma perversa del negocio de las drogas ilícitas.
Pero sin la menor duda, la peor consecuencia es que se pierdan esa adolescencia y juventud que terminan cautivadas por los ‘atractivos’ que les ofrecen. Es importante recordar que el embarazo adolescente alcanza niveles muy altos en la Región Caribe, entre otras, porque la juventud, a pesar de la información disponible, no aprende de los ejemplos que existen, de cómo un embarazo precoz puede arruinar la vida, especialmente de las niñas. Con la ausencia de una verdadera educación sexual en su formación, por razones incomprensibles, esta promesa que ofrecen las ‘nochadas’ de sexo irresponsable puede terminar en experiencias demasiado dolorosas y muchas veces irreparables.
Las autoridades están actuando, pero no logran controlar este problema. Es la familia y la sociedad en su conjunto quienes deben primero reconocer que este es un problema grave, y que ninguno de los jóvenes está exento de caer en ese tipo de redes. Los padres no pueden ignorar el peligro que existe para sus hijos, y tienen que aceptar que si no se actúa rápidamente para acabar con estos encuentros clandestinos, será imposible eliminar esta semilla de deterioro prematuro de la juventud.
Pero también es necesario hacer un llamado a los colegios públicos y privados, que deben tomar este problema como prioritario y ayudar a los adolescentes a comprender el costo de estos engaños, del supuesto paraíso que les ofrecen.