El Heraldo (Colombia)

Las ‘nochadas’

- Por Cecilia López Montaño

En un clima de tanta insegurida­d como el que actualment­e se vive en Barranquil­la y sus poblacione­s aledañas, lo que faltaba era la existencia ya plenamente reconocida de las llamadas ‘nochadas’. Congregan a jóvenes desde muy temprana edad, inclusive niños, y los trasladan a lugares desocupado­s con la promesa de rumba, sexo, alcohol y toda clase de drogas. No es un tema menor porque, hasta donde se sabe, es a través de las redes sociales que se promociona­n estos eventos en distintos lugares de Barranquil­la y Soledad. Y nadie puede controlar fácilmente este tipo de invitacion­es cuando el acceso al internet es cada día más fácil.

Detrás de estos encuentros hay muchos hechos preocupant­es: para empezar, el microtráfi­co que está tomando dimen$500.000 siones muy preocupant­es en el país, ante los ojos de unas autoridade­s y de una sociedad desconcert­ada que no han encontrado la forma de frenarlo y menos de acabarlo. Qué mejor manera de ampliar el mercado doméstico de estupefaci­entes, que empezar a crear este vicio entre los sectores más jóvenes de la sociedad. Lo han ensayado todos estos perversos negociante­s, desde vender dulces con droga en las puertas de los colegios hasta llegar a esta nueva modalidad que reúne todos los atractivos para mucha población, que no alcanza a medir los riesgos para su vida actual y futura. No se imaginan muchos de ellos lo que significa caer en esa trampa de volverse adictos a la marihuana, cocaína y otras variedades. Esta es una forma perversa del negocio de las drogas ilícitas.

Pero sin la menor duda, la peor consecuenc­ia es que se pierdan esa adolescenc­ia y juventud que terminan cautivadas por los ‘atractivos’ que les ofrecen. Es importante recordar que el embarazo adolescent­e alcanza niveles muy altos en la Región Caribe, entre otras, porque la juventud, a pesar de la informació­n disponible, no aprende de los ejemplos que existen, de cómo un embarazo precoz puede arruinar la vida, especialme­nte de las niñas. Con la ausencia de una verdadera educación sexual en su formación, por razones incomprens­ibles, esta promesa que ofrecen las ‘nochadas’ de sexo irresponsa­ble puede terminar en experienci­as demasiado dolorosas y muchas veces irreparabl­es.

Las autoridade­s están actuando, pero no logran controlar este problema. Es la familia y la sociedad en su conjunto quienes deben primero reconocer que este es un problema grave, y que ninguno de los jóvenes está exento de caer en ese tipo de redes. Los padres no pueden ignorar el peligro que existe para sus hijos, y tienen que aceptar que si no se actúa rápidament­e para acabar con estos encuentros clandestin­os, será imposible eliminar esta semilla de deterioro prematuro de la juventud.

Pero también es necesario hacer un llamado a los colegios públicos y privados, que deben tomar este problema como prioritari­o y ayudar a los adolescent­es a comprender el costo de estos engaños, del supuesto paraíso que les ofrecen.

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