‘Nochadas’
Dentro de la ciudad y su área metropolitana se programan unas fiestas clandestinas, denominadas ‘nochadas’ en el contexto local, y ‘chiquitecas’ en el interior del país, dejándose por sentado en consecuencia que la problemática opera a nivel nacional. En dichas fiestas y a través de redes sociales (Facebook y WhatsApp) se convocan a jóvenes (12 a 17 años) para que concurran a determinado lugar en donde son protagonistas de una mezcla de sexo, licor, música y sustancias psicoactivas, acompañados a su vez por armas blancas.
Este panorama desalentador es propicio para la generación de pandillas y por ende caldo de cultivo para actividades delincuenciales. Siendo que las medidas tendientes al toque de queda de los menores –de un lado– y pretender –de otro– que con un simple llamado a los padres para que los hijos no caigan en las drogas, la delincuencia y la prostitución, no deja de ser paño de aguas tibias o un sofisma de distracción.
Realmente, la problemática de los jóvenes expuestos a situaciones de riesgo (sexo, música erótica, consumo de licor y estupefacientes) obedece a la falta de proyectos viables de vida digna. En efecto, dichos jóvenes cuentan con muy baja educación, y la que tienen no es de calidad. No están habilitados para el desempeño laboral y no cuentan con alternativas de uso útil del tiempo libre. Así como que no gozan del pleno ejercicio de sus derechos (salud, educación, servicios básicos, empleo y recreación). Amén de que una parte de los jóvenes son desplazados por la violencia.
Se requiere de una política de Estado y no de gobierno, que a través de programas y proyectos que favorezcan las posibilidades de acceso de derechos y responsabilidades de los jóvenes y satisfacer las necesidades y problemáticas juveniles conforme con los contextos local, regional y nacional. Como también, prevenir conductas de riesgos asociadas a situaciones psicoactivas, de salud sexual y reproducción. Edgardo Enrique Salebe Morr