Por buen camino, pero...
Tras siete días de dragado, el canal de acceso al Puerto ha aumentado sensiblemente su profundidad. Una buena noticia, sin duda, pero no debemos cruzarnos de brazos ante una situación que requiere soluciones de fondo.
Los trabajos de dragado en el canal de acceso al Puerto avanzan a buen ritmo. De acuerdo con los datos aportados ayer por la Dimar tras siete días de labores de la draga, un tramo del brazo fluvial tiene ya 12,49 metros de profundidad, después de haber descendido a menos de nueve metros.
Se trata, sin duda, de una buena noticia. Y lo deseable es que los trabajos de mantenimiento continúen desarrollándose sin contratiempos para que todo el canal alcance una profundidad estable que tranquilice a las compañías navieras y a las empresas importadoras y exportadoras de mercancía. De acuerdo con las previsiones, el contrato de urgencia de la draga se prolongará hasta junio. A partir de ese momento se celebrará un nuevo contrato, este por tramitación ordinaria, que tendrá vigor hasta que se adjudique la nueva APP de río Magdalena, la cual incluirá entre sus cláusulas el compromiso de mantener a la profundidad adecuada el canal de acceso. Costó mucho esfuerzo que el Gobierno contratara la draga, pero en este momento puede decirse que el problema está encauzado. Al menos en sus exigencias inmediatas. Lo que no podemos los barranquilleros es cruzarnos ahora de brazos, pensando que la situación portuaria está solucionada. Sería un craso error. Precisamente ahora, desde la tranquilidad de que el canal de acceso vuelve a ser navegable por barcos de mayores calados, es cuando debemos reflexionar sobre lo que viene. Sobre el puerto que necesitamos y queremos. Sobre el impacto que tendrá para nuestro destino como ciudad la decisión que se tome respecto al futuro de la industria portuaria. En diversos foros y tertulias realizadas en los últimos meses en Barranquilla, el puerto se ha erigido en uno de los temas capitales. Se equivoca quien crea que este es un asunto que concierne solo a un puñado de empresarios con intereses en el sector. La suerte del puerto nos interesa a todos los barranquilleros, máxime si se considera que hablamos de una industria volcada en un 80% en el consumo y la producción de la propia ciudad. La existencia de diversas terminales portuarias, que es el esquema actual, no es incompatible con el proyecto de un superpuerto que multiplique la capacidad de Barranquilla como punto neurálgico de la actividad naviera de Colombia. De todas estas cosa surge hablar. Así como de la necesidad de reclamar la constitución de una autoridad portuaria autónoma o de exigir la implementación de un laboratorio hidráulico que permita analizar de manera permanente el comportamiento del río. Gremios, empresarios, políticos y autoridades deben movilizarse sin más dilaciones y sin complejos. No exageramos al afirmar que el futuro de la ciudad está en juego.