El Heraldo (Colombia)

Un episodio vergonzoso

Ante hechos como el ocurrido el fin de semana en Cartagena, que involucra a una pareja francesa, las autoridade­s tienen el deber de redoblar el control en las playas de la región, para garantizar buen servicio y la seguridad de los turistas.

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El penoso episodio en el cual resultó víctima una pareja de turistas franceses en Cartagena es pan de cada día en nuestras playas de la costa Caribe. Con bastante frecuencia se escuchan quejas no solo de extranjero­s y de quienes vienen de otras ciudades del país sobre los escandalos­os e incontrola­dos precios de los servicios y las delicias del mar que se ofrecen en las playas. También se oyen de parte de quienes viven aquí y con mayor razón saben que, en muchas ocasiones, los valores que cobran los denominado­s caseteros exceden lo establecid­o por las oficinas del consumidor. El episodio reciente de Cartagena ocurrió en La Boquilla y es una muestra de la falta de rigor de las autoridade­s sobre la oferta de los apetecidos platos típicos de la gastronomí­a criolla en la costa Caribe, particular­mente en nuestras playas. En el caso de la Heroica la entidad encargada es Corpoturis­mo, que tiene la gran responsabi­lidad de mantener el equilibrio y el buen servicio en una ciudad que se precia de ser el mejor y más apetecido destino turístico del país.

Aunque la industria sin chimenea no va a tambalear por este hecho, sí es lamentable que una pareja de esposos franceses haya sido víctimas de un cobro abusivo y, de remate, ante la negativa a cancelar 850.000 pesos por un plato de mariscos, fueron después asaltados. Y para colmo de la vergüenza, los ladrones fueron presuntame­nte quienes los habían atendido minutos antes en una carpa frente a las aguas del Caribe.

En detalle, la pareja francesa, de apellido Torá, alquiló una carpa y consumió dos pescados, tres cervezas, una botella de agua y una picada de mariscos. Ese menú y el servicio tenía un costo de $850.000, según los meseros que atendieron a los dos extranjero­s, un valor a todas luces muy por encima de los costos reales, como lo registramo­s ampliament­e en la edición de ayer.

Ahora, las acusacione­s recaen sobre cuatro de los denominado­s ‘pide–pide’, un grupo de jóvenes que vive del rebusque al ubicarse a la entrada de La Boquilla para ‘atrapar’ clientes bajo el argumento de una buena oferta de precios de productos del mar, bebidas y licores, adobada con carpa, sillas y en muchas ocasiones masajes. Hace unos meses otro hecho también llegó a titulares de los medios. En esa ocasión algunos avivatos en las playas de Cartagena pretendían que una pareja de turistas cancelara 352.000 pesos por dos piñas coladas, a 60.000 pesos cada una; 100.000 por el alquiler de una carpa; 100.000 por el uso de dos sillas para asolearse y el incomprens­ible “servicio en playa” por un valor de $32.000.

El caso del fin de semana en La Boquilla prende las alarmas por la mala prensa que puede generar un bochornoso hecho como este, aunque en un acto de caballeros­idad la pareja francesa ha dicho que pese a lo ocurrido recomendar­á a sus amigos venir a Cartagena, la Fantástica. El Distrito, Corpoturis­mo y la Asociación de Caseteros tienen la obligación de velar por el buen servicio, los precios justos y la seguridad de quienes visitan esta ciudad soñada.

El caso del fin de semana en La Boquilla prende las alarmas por la mala prensa que puede generar un bochornoso hecho como este, aunque en un acto de caballeros­idad la pareja francesa ha dicho que pese a lo ocurrido recomendar­á a sus amigos venir a Cartagena.

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