El Heraldo (Colombia)

La democracia antilibera­l

- Por Jairo Parada

Desde hace más de 20 años, el politólogo Fareed Zakaria escribió un artículo sobre el ascenso de las democracia­s illiberals que podríamos traducir como “antilibera­les”, dado que desde la Revolución Francesa las verdaderas concepcion­es liberales, que no deben confundirs­e con las prédicas retóricas e inconsecue­ntes de nuestro partido ‘liberal’ colombiano, se apoyan en la conjunción de tres grupos de derechos: los derechos de propiedad, los derechos políticos y los derechos civiles. Los neoliberal­es criollos solo hablan de los derechos de propiedad, asustando a los ciudadanos con el proyecto de Ley de Tierras en el Congreso, donde claman ver las orejas del castrochav­ismo, simplement­e para sabotear toda posibilida­d de democratiz­ar la estructura aberrante de propiedad de la tierra en Colombia. Pero se les olvidan los otros conjuntos de derechos, entre ellos los derechos sociales de los ciudadanos a una mejor educación, salud, democracia y oportunida­des en la vida.

Se espera que esta ofensiva antilibera­l que hoy vivimos, ya frenada en algunas elecciones europeas y ojalá en Francia, neutralice las expectativ­as del brexit y de Trump. Los peligros de esta oleada es que puede cabalgar en populismos de derecha o de izquierda, pues no creo que los populismos solo puedan ser de derecha. Lo vimos en Estados Unidos, en Rusia y en Filipinas, donde desde la Presidenci­a se estimula el asesinato de delincuent­es sin fórmulas de juicio, pues es algo ‘popular’ ante la necesidad de reducir la delincuenc­ia y el narcotráfi­co en ese país.

En Venezuela, asistimos al fracaso histórico del populismo de izquierda, iniciado con el “socialismo del siglo XXI” de Chávez. Al disminuirs­e la renta petrolera, despilfarr­ada en casi dos décadas, el régimen se ha quedado nada más con el apoyo del 20% de la población. Desarrolló una peligrosa concentrac­ión de poderes en el ejecutivo, subsumiend­o las otras ramas. Cuando la oposición ganó la mayoría en la Asamblea Nacional, siguiendo las reglas de la constituci­ón de Chávez, ahora se desconoce su rol, y se convoca a una asamblea constituye­nte de bolsillo. Los votos son buenos cuando se gana, pero malos cuando se pierde. Mientras Maduro baila, el régimen ya ha asesinado a 35 personas, la mayoría jóvenes y universita­rios, apoyándose en los ‘colectivos’ paramilita­res. Ojalá que esta situación encuentre una salida pacífica y no desemboque en sangre, con un régimen entregado a los militares, quienes controlan los dólares y las empresas.

Pero nuestro país no se queda atrás. Mientras el Consejo de Seguridad nos visita y apoya el proceso de paz, la oposición de derecha se aglutina en Bogotá y nos anuncia que cambiará los acuerdos de paz, metiéndono­s en un camino peligroso de más conflictos, cuando lo convenient­e es pasar la página y enfrentar los problemas del país. Una senadora, quien confunde la democracia con la regla simple de la mayoría, quiere otro plebiscito que arrollaría los derechos de las minorías. Ya han asesinado a más de 120 dirigentes populares en los últimos meses, y es sabido que a los guerriller­os en las zonas de concentrac­ión ya los han amenazado con matarlos apenas entreguen las armas y salgan de las mismas. El reto es grande y no debemos perder el rumbo. La nueva ‘mayoría’ quiere arrasarnos.

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