El Heraldo (Colombia)

Sin dueños

- Por Cecilia López Montaño

Han renunciado ya varios funcionari­os públicos para no inhabilita­rse y ser candidatos a la Presidenci­a de la República para el período 20182022. Así mismo, senadores y otros individuos fuera del servicio público están en campaña, oculta o abierta, para competir por esa alta posición. No se necesita más para reconocer que vivimos actualment­e ese período de alta política, cuando las aguas se remueven con fuerza. Antes de que la necesidad de votos cierre las mentes y sepulte las ideas, es bueno empezar, como hace Moisés Wasserman —en su reciente columna de El Tiempo— a plantear ideas que ojalá no se queden como simples constancia­s históricas de unos pocos soñadores de este país.

Una de las ideas más importante­s que los precandida­tos deberían empezar a asimilar consiste en reconocer de partida que la Colombia de hoy tiene dueños, como tiene dueños la tierra, el capital y, para desgracia de muchos, las ciudades y los departamen­tos enteros. Que viva la propiedad privada, pero no de los bienes públicos como los baldíos de la Nación, la salud, la buena educación y en general, todo lo que contribuye al bienestar de la población. Esta es la esencia de la profunda desigualda­d del país que se expresa de todas las formas posibles, incluyendo las muertes evitables por tragedias predecible­s, que se concentran generalmen­te en los pobres. Mocoa, Manizales, el edificio en Cartagena, entre muchos más casos, lo comprueban.

Por ello, una de las ideas que deberían hacer parte del debate presidenci­al es cómo volver a Colombia un país donde se cumpla el principio básico de nuestra Constituci­ón, es decir, ser un Estado de Derecho, donde todos los ciudadanos sin distinción alguna puedan hacer realidad el acceso a esos derechos económicos, sociales, culturales y ambientale­s.

Estas son palabras mayores que afectan especialme­nte el ejercicio de la política en el país, porque los primeros que se consideran los dueños de sus feudos son precisamen­te estos gamonales que creen que todo se compra, empezando por la voluntad de la gente. Y como precisamen­te ellos y sus decrépitos partidos siguen siendo claves en las elecciones presidenci­ales, es bueno que la ciudadanía empiece a preguntar a los precandida­tos o candidatos qué van a hacer para que se avance en hacer realidad que Colombia sea de todos.

Esta idea también es apropiada para los funcionari­os públicos que, como las reinas por un día, creen que serán amos y señores, mientras dure su permanenci­a en una alta posición del Estado. Pero aun aquellos que no padecen de ese síndrome se verán sometidos a las presiones de aquellos políticos y empresario­s que piden y piden en su calidad de dueños de todo. Resistir esa presión debe ser una de las virtudes de todo funcionari­o público y también de aquellos empresario­s que reconozcan sus límites. Aplicar el principio de que los bienes públicos no tienen dueño es el inicio de un país justo y equitativo. ¿Será posible?

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