Rodrigo Lara Bonilla, recio como vigente
“La única manera que tengo para demostrarle al país que soy una persona honrada es jugándome la vida contra la mafia. Estoy dispuesto a hacerlo”. Esta frase enmarca el recio carácter de un prócer que dividió la historia de Colombia, por su lucha frontal contra el narcotráfico en la sociedad, la política y la economía. 33 años después de su vil asesinato su ideario contra la corrupción está vigente y se resiste al olvido de una élite que pondera la criminalidad, de una sociedad enferma que admira y arrulla en su seno el dinero fácil producto del fraude al Estado, la estafa y el narcotráfico; y confronta a medios que hacen apología del delito con edición de series que representan los más bajos antivalores.
Una de sus frases vigentes pronunciada en 1981, al referirse a la paz, fue: “¿Se logrará la paz en Colombia mientras la política dependa de una manera tan sensible del dinero? (…) Dinero de los grupos económicos, de las mafias, de la corrupción pública; dineros que, de no ser controlados drásticamente, terminaran por acabar nuestra democracia”. Al respecto, la coyuntura se resiste a revisar profundamente la financiación de las campañas políticas, médula del débil sistema democrático colombiano. No obstante, el pensamiento profundamente ético de Rodrigo Lara Bonilla constituye un hito indiscutible para la sociedad, un ideario que no podemos dejar caer en el olvido, y ponerlo de ejemplo perenne para las futuras generaciones. Su visión de la democracia se fundaba en el respeto de lo social, en la reivindicación de los oprimidos y adopción de un sistema de redistribución de la riqueza horizontal, como estrategia para luchar contra la delincuencia. En tal sentido, llegó a manifestar que: “No se acabará la delincuencia mientras subsistan las oprobiosas condiciones sociales y económicas en que se encuentran millones de compatriotas (…) niños que, desde el propio vientre de madres desnutridas, antes de nacer ya están condenados a la miseria”. Indudablemente
visionó que la profunda brecha social es uno de los factores generadores de violencia en nuestro país, los indicadores de pobreza, aunque vienen mejorando desde 2010, no son suficientes para incidir favorablemente en la disminución de los altos índices de violencia. Sentenció premonitoriamente que: “El problema de Colombia es que se la tomó el crimen organizado”. Hoy, los carteles del narcotráfico han cedido paso a los del micro tráfico, emergiendo tantos carteles como delitos contra la administración pública existen. La corrupción se tomó al país por lo que se requiere que cada ciudadano retome las banderas éticas de Rodrigo Lara Bonilla.