Barranquilla, romántica
Pocas ciudades del mundo bautizaron sus calles con nombres más románticos y sugestivos que los de nuestra querida Barranquilla. Sin embargo, increíblemente, esos nombres en los cuales estaba plasmada nuestra identidad, nuestra idiosincrasia, los desecharon con una absurda ley ‘modernista’, remplazándolos por fríos números aceptables solo para ciudades nuevas y sin historia. Habrá algo más romántico que poder decir con orgullo haciendo referencia a nuestras calles: Qué ‘Felicidad’ poder vivir en Barranquilla donde ‘La Luz’ del ‘Sol’ brilla más, donde prima ‘La Paz’ y la Divina ‘Providencia’ nos depara un brillante ‘Porvenir’, ‘Progreso’ y ‘Esperanza’; donde reina la ‘Concordia’, la ‘Libertad’ y la ‘Igualdad’ y recibimos la ‘Bendición’ de Dios, de ‘San Juan’, ‘San Blas y de ‘Jesús’. Donde podemos reposar a la sombra de un Sauce’, un ‘Dividivi’, un palo de ‘Almendra’ o de ‘Limón’ o en una ‘Manga de Oro’ enmarcada en ‘Flores’: una verdadera ‘Primavera’ donde crece silvestre el ‘Toronjil’ y vuela libre la ‘Alondra’ en la ‘Aurora’. Este es un ‘Paraíso’ ‘Tropical’ un ‘Topacio’ en bruto. Esta es nuestra ciudad, no la de las calles 30, 17, 35 o 42, una ciudad que las nuevas generaciones no conocen y debemos hacérsela conocer. Me he inspirado en el excelente artículo publicado en EL HERALDO el pasado domingo y en la loable iniciativa de la Academia de Historia de Barranquilla, que preside Álvaro de la Espriella, pues considero que es una prioridad de todos los barranquilleros y de los medios de comunicación iniciar una campaña cívica conjunta para recuperar estos nombres y asimismo acoger la propuesta de Elkin Alberto Núñez Cabarcas de “crear una cátedra de base para que las nuevas generaciones sepan qué es Barranquilla”.