El Heraldo (Colombia)

Emmanuel Macron, el poderoso “populista de centro”

Era el brazo que le hacía falta a la líder Angela Merkel.

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En los momentos críticos de las naciones surgen líderes que saben entender el momento y la angustia de la gente. Lo fue Hugo Chávez para los venezolano­s hastiados de la corrupción y la crisis de los partidos de su país. Lo acaba de lograr Donald Trump cabalgando sobre las necesidade­s de la clase media de su país y ahora le tocó el turno en Francia a Emmanuel Macron, elegido con la esperanza de enderezar la economía de su país, sobre todo el desempleo, y de que actúe con decisión frente al extremismo religioso.

¿Quién es esta nueva figura de la política mundial que apenas hace un año se inventó un partido, hace un mes largo ganó las elecciones y hace una semana pasó de presidente de Francia a nuevo líder en Europa? Tiene menos de 40 años, su origen es de clase media, es filósofo; es conocedor de Hegel y Maquiavelo; banquero de inversión, ex ministro del socialista Francoise Hollande y además está casado con la que fuera su profesora, mayor que él 24 años, pero de la que se siente orgulloso.

Con la llegada de Macron al poder, los focos de los medios y de los analistas no paran de estudiar cada paso que da, si critica con la misma agudeza a Trump que a Putin, y cómo será su estilo. Una de esos análisis lo rotula como “populista de centro”, término usado por Philippe Marlière, de la University College London, que sostiene que así como hay populismo de las extremas también los hay en el punto medio, como el de este mandatario que le advierte a la gente que las cosas en su país no están bien y que lo sigan como líder fuerte, con una receta que supo vender: de avanzada en lo social, neoliberal en lo económico, defensor apasionado del modelo de Unión Europea así como de los acuerdos para enfrentar el cambio climático. Era el brazo que le hacía falta a la líder Angela Merkel y el muro de contención de la derecha europea.

Acorde con su visión del Estado, espera adelgazar la burocracia estatal, darle un recorte fuerte al gasto público y llevar el desempleo por debajo del 7%. Y por ello habla de a proteger a los que “se sienten olvidados” de la “globalizac­ión” al tiempo que anuncia reformas inmediatas para flexibiliz­ar el mercado laboral.

Hoy lo tiene todo para lograr su apuesta de “una Francia fuerte” defensora de la libertad y de la solidarida­d y que sepa inventar el futuro, como lo prometió. Su arrasador triunfo en las recientes elecciones parlamenta­rias en las que logró 350 escaños de los 577 de la Asamblea son un cheque en blanco para su mandato, lo que tal vez logre pues además es el consentido de las grandes empresas y de los medios galos.

Qué tanto de populista será su gobierno está por verse. El rótulo puede haber sido producto de su meteórico ascenso, por fuera de los partidos grandes franceses. Los que se inclinan a pensar así, admiten que lo es en una proporción tolerante y moderada, sin romper el molde del centrismo europeo basado en la libertad de mercado, de empresa y laboral, sin dejar de lado la agenda del bienestar social. Si Macron aprovecha esta luna de miel podrá lograr su meta de devolverle la confianza a los franceses, en lo interno, y de ser el centro de la Unión Europea, en lo externo.

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RAMSÉS VARGAS L. Opinión

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