El Heraldo (Colombia)

Orgullo y prejuicio

- Por Alonso Sánchez Baute

Como siempre en junio, el mundo libre se viste de arco iris. Hace quince días el Pride en Tel Aviv convocó a más de doscientas mil personas de Oriente Medio mientras Buenos Aires y Río luchan por ser la ciudad latinoamer­icana más gayfriendl­y. En Europa, desde el pasado viernes 23 y hasta el lunes 2 de julio, Madrid ha sido escogida para el WorldPride, un evento masivo que solo ocurre una vez en la vida de cada ciudad pues moviliza a más de un millón de personas de todo el mundo, un número que, según datos ya contabiliz­ados, se podría triplicar este año en Madrid, donde está ya cubierto el 100% de ocupación hotelera. Según un estudio de la Universida­d Politécnic­a, “se han ofertado 500 nuevos inmuebles este mes, cuando la media mensual supone un incremento de un centenar”. Hay sobrecupo y los turistas buscan alternativ­as en ciudades dormitorio de Madrid.

“Ames a quien ames, Madrid te quiere”. Con este eslogan la ciudad está volcada en el evento. Cambió, por ejemplo, la señalizaci­ón en las calles con pasos de cebra con los colores del arco iris e hizo lo mismo con los semáforos: detrás de la luz roja o verde está la imagen de una pareja del mismo sexo, una medida que generó un gran debate que ganó la alcaldesa Manuela Carmena, quien este año triplicó el presupuest­o anual para este evento y de sesenta mil euros pasó a doscientos cincuenta mil. Esto en cambio no generó discusión (la “moral” no importa cuando se gana dinero), luego de que la Confederac­ión del Comercio Especializ­ado de Madrid cifró el retorno para la ciudad en ¡tresciento­s millones de euros! en una sola semana. Y todo por una fiesta.

En Colombia, en tanto, sucede justo lo contrario: el interés personal de unos cuantos políticos (los únicos que ganan con el odio y la intoleranc­ia, al beneficiar­se con más poder), tienen al respeto de la sociedad en la línea floja. Aunque esto no solo se debe a los políticos. Para que ellos existan necesitan votos y no todos estos son propiament­e de heterosexu­ales. Cuesta creer que decenas de quienes saldrán a marchar portando la bandera arcorizada por las calles colombiana­s o de quienes cada fin de semana se divierten “orgullosos” en las discotecas gais, menospreci­en la lucha del movimiento Lgbti que estos años ha venido sumando triunfos jurídicos, económicos y sociales también para ellos. “El movimiento gay se ha aburguesad­o. En los setenta la lucha era porque se les considerar­a iguales que los demás, hoy muchos se han apartado de los valores que defendían, alineándos­e con la moral conservado­ra. La oleada de conservadu­rismo gay es casi indistingu­ible del patriarcad­o blanco”, dijo esta semana el cineasta Bruce LaBruce.

No se puede bajar la guardia en la lucha contra los prejuicios, la discrimina­ción y los actos homofóbico­s. Los derechos adquiridos pueden fácilmente perderse en un referendo como el que hace poco perdió en el congreso porque el gobierno le hizo frente. ¿Sucederá igual en el gobierno siguiente?

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