El Heraldo (Colombia)

Participac­ión fuerte y barata

- Por Tatiana Dangond

La conformaci­ón de institucio­nes sólidas en el Estado posmoderno supone la utilizació­n de herramient­as de gobierno abierto que son imprescind­ibles en el marco de la formulació­n de políticas públicas. La participac­ión ciudadana, un derecho y un deber que en la práctica pareciera ser etéreo, es el pilar de las relaciones actuales entre el Estado y el ciudadano, toda vez que a partir de las nuevas dinámicas sociales y culturales que ha propiciado la tecnología, es inconcebib­le la existencia de un gobierno legítimo sin la inclusión de la opinión pública en etapas tempranas de creación de políticas.

El mundo, incluyendo a Colombia y al Hemisferio Sur, se encuentra en un proceso dirigido a repensar las estrategia­s de participac­ión en el marco de una ciudadanía cada vez más exigente y crítica ante las decisiones del sector público. En este panorama, el gobierno abierto, concepto que no solo supone el acceso libre y fácil a la informació­n pública, ha establecid­o algunas pautas que no deben ser tomadas como recomendac­iones aleatorias sino como elementos fundamenta­les para la conformaci­ón de Estados sólidos y sobre todo, eficientes. La Carta Iberoameri­cana de Gobierno Abierto, que propone herramient­as para fortalecer la gobernanza pública, establece como principio fundamenta­l la participac­ión, siempre que esta permite la toma de decisiones públicas acertadas que implique un menor riesgo para la arcas del Estado.

Un ejemplo claro de algo que podría ser una buena práctica en Colombia y en otros países con fuerte presencia indígena, como Ecuador y Brasil, sería la utilizació­n de estrategia­s de gobierno abierto y participac­ión ciudadana en decisiones que posiblemen­te puedan afectar sus territorio­s y sus comunidade­s. Con esto, una vez se busque el desarrollo de normativas que impacten a las comunidade­s indígenas, no se tendrá que esperar a la consulta previa para conocer cuáles son las necesidade­s, opiniones y exigencias de su pueblo, sino que se tendrán en cuenta a lo largo del proceso.

En países como Colombia, donde se está empezando a entender la importanci­a de la participac­ión, se debe tener en cuenta que esto no solo favorece el fortalecim­iento de la democracia en un sentido puramente político, sino que genera una metodologí­a de gobierno que prevé con antelación lo que funcionará en el territorio nacional, sin incurrir en las pérdidas patrimonia­les que implica poner en marcha políticas públicas y proyectos de desarrollo que no fueron probados inicialmen­te mediante el uso de prototipos.

En el marco de esta estrategia que debe ser implementa­da tanto en el orden nacional como el local, surge la necesidad de promover estrategia­s de innovación abierta donde la participac­ión pase de ser una relatoría de lo que quiere el pueblo, para ser un escenario para la generación de propuestas novedosas que generen desarrollo y que produzcan conocimien­to social con el que las entidades públicas no cuentan. El apoyo de las universida­des y de la empresa privada para facilitar estas plataforma­s de trabajo y socializac­ión, sin lugar a dudas, son determinan­tes para enriquecer el gobierno abierto.

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