¿Qué tan difícil es salir del clóset en Barranquilla?
Tres personas de condición sexual diversa cuentan las experiencias de discriminación que sufrieron en la ciudad.
Desde los 4 años, Nico Rueda sentía que no se identificaba con su género. Con el paso del tiempo, rechazaba cada vez más los juegos de niña, los vestidos y la feminidad, de manera antagónica se sentía atraído por el fútbol, la ropa y los juguetes de niño. Cindy era el nombre que llevaba en su pila bautismal, el mismo que eliminó de su registro civil y su cédula de ciudadanía al darle paso a su transformación. “Al mirarme en el espejo no soportaba mis senos ni mi cuerpo, entonces me transformé, cambié mi vestuario completamente. Hace 10 años salí del clóset”.
Nico, hombre trans de 26 años, dice que en Barranquilla sufrió la discriminación y transfobia que, según él, se vive en menor medida en otras ciudades del país, como Bogotá o Medellín.
“Antes me reconocía como lesbiana. Viví el acoso primero por mi condición de mujer, luego, cuando me veía más masculino, también causaba desaprobación. Y cuando empecé a transformarme la gente en la calle no sabía si era hombre o mujer, algunos me gritaban ‘machorra’ y otros ‘mariquita”, recuerda.
Expertos señalan que en Barranquilla y el Caribe en general las sociedades son patriarcales y machistas por naturaleza. En palabras del sociólogo y magíster en estudios políticos Jair Vega, no existe una homogeneidad para catalogar el tema porque depende en gran medida de los espacios en los que la persona se desenvuelve. Por ejemplo, en las poblaciones más pequeñas existe mucho más contacto entre los vecinos que en un edificio de la ciudad. “Barranquilla sigue siendo muy excluyente y tiene muchas prácticas homofóbicas en el espacio público. Ni siquiera es fácil salir para una mujer, ahora a las personas de condición sexual diversa se les dificulta mucho más”, señaló.
ORGULLO LGTBI. El 28 de junio se celebra en el mundo el Día del Orgullo Gay o World Prade. La marcha del orgullo, que se realiza durante esta fecha y que cada vez toma más fuerza entre los simpatizantes del movimiento gay en el mundo, tuvo su origen con los disturbios de la calle Stonewell, en Nueva York en 1969. Esta fecha se reconoce como la primera lucha en la historia de la comunidad LGBTI contra un sistema adverso y hostil que los desconocía como ciudadanos.
Wilson Castañeda, director de la corporación Caribe Afirmativo, explica que ‘Salir del clóset’ es un término político del movimiento LGBTI que se acuñó en Estados Unidos después de estos acontecimientos. “Aunque en 1970 se había logrado despenalizar la homosexualidad, todavía muchas personas LGBTI estaban en el anonimato por temor. Esto hacía que el Estado no atendiera las solicitudes de las personas LGBTI porque no se hacían visibles”.
Vivian Cuello, una mujer lesbiana de 20 años, cuenta que en Colombia la diversidad sexual significa exponerse a situaciones complejas en casi todos los entornos, pero ser mujer lesbiana en Barranquilla ha sido aún más complicado. “Nuestra sociedad es machista. Ser lesbiana para mí ha resultado difícil. Caminar de la mano con otra mujer por la calle puede representar agresiones verbales o físicas. Mi percepción de seguridad como mujer lesbiana es precaria, pues a diario me enfrento con comentarios lesbofóbicos y misóginos por parte de otros ciudadanos, policías y hasta funcionarios públicos”, señaló. ‘Machorra’, ‘prototipo de hombre’ son algunos de los insultos que dice sufrir a diario por su condición sexual. “No hay garantías de seguridad, sobre todo porque vivimos doble vulneración callejera: por mujeres y por nuestras orientaciones sexuales diversas”, añadió.
Esta realidad se evidencia de acuerdo a estudios sobre la población LGBTI en Barranquilla. Según cifras de Caribe Afirmativo, en el año 2016 la Región Caribe recibió 135 quejas de ciudadanos agredidos por su orientación sexual o identidad de género, de estas el 47% eran cifras de Barranquilla, que continúa manejando los más altos índices de discriminación en la región.
Según las cifras de Barranquilla Cómo Vamos del año anterior, el 49% de los barranquilleros respeta y reconoce los derechos LGBTI, el 25% no respeta, ni reconoce, y la población restante no sabe o no responde.
Expertos coinciden en que la aceptación es cada vez mayor. La Ph.D en psicólogía Edith Aristizábal dice que “en Barranquilla se ha ido produciendo una transformación de mentalidades, desde una posición de rechazo y estigmatización a una postura de más inclusión. En otros sectores aún persisten muchos prejuicios y señalamientos negativos”. Por su parte, Jair Vega añade que “nunca habíamos tenido tanta inclusión como la que tenemos en este momento, la tendencia es a que cada vez aceptemos más, tenemos que enfatizar mucho en la educación de las nuevas generaciones”.
NO SALIR DEL CLÓSET ES TAMBIÉN UN DERECHO. “Me da pánico salir del clóset”, dice Juan Cisneros*, quien toda la vida se ha escondido tras su aparente heterosexualidad. Los constantes señalamientos sobre su condición sexual, que para muchos es dudosa, le llevan a rechazar con enérgica vehemencia cualquier pregunta capciosa o comentario sobre su homosexualidad. “No soy gay”, dice con frecuencia, esto le ha llevado inclusive a involucrase en relaciones con parejas del sexo opuesto para acallar los rumores de la gente. “Esta ciudad no está preparada para que una persona como yo salga del clóset. No me siento todavía con esa fuerza para enfrentar el qué dirán y no sé si la tendré porque conozco el
bullying, en ocasiones hasta lo he hecho para que la gente piense que no soy gay, y que soy como un hombre cualquiera”, dijo.
Para Castañeda, salir del clóset no es una imposición, debido a que la Constitución protege también el derecho a la intimidad. Los ciudadanos tienen el derecho de decidir si hacen o no visible su condición sexual.
Nico, el chico de ojos verdes, que cambió su largo cabello, sus pechos y sus facciones delicadas por un cuerpo atlético, un mentón viril del que sobresalen sus vellos faciales y una voz grave, dice que “la homofobia y transfobia en Barranquilla es una realidad”.
“A las personas que sufren discriminación, ánimo y fuerza, cuando uno se empodera la vulnerabilidad disminuye. Mi mensaje para los que la ejercen es que para que haya una paz efectiva y real debe respetarse la pluralidad. Que las personas se reconozcan a partir de las diferencias y no a pesar de ellas”, concluyó.