Adiós a Vinyes
Ramón Vinyes no fue un hombre de parranda, fue un intelectual. Los amigos roneros del grupo de Barranquilla, con la excepción de Alfonso y de Germán, jamás conocieron al sabio catalán. “Yo a Ramón nunca lo vi”, dijo Enrique Scopell, íntimo de Álvaro Cepeda Samudio. Fotógrafo, merodeador de ámbitos excéntricos y visitante esporádico de librerías, Scopell me contó que los muchachos buscaban, seguían a Vinyes. “Él era muy diferente, más bien un hombre serio, no dado a la bebida, como lo éramos nosotros. Gabo y Cepeda lo conocieron mucho más y tuvieron más cercanía con él”.
Scopell se fue a los Estados Unidos con Álvaro Cepeda en mayo de 1949 y regresó en vuelo distinto a Barranquilla, pero también en junio del año siguiente, cuando ya Vinyes había retornado a su tierra, en Cataluña.
Es muy difícil imaginar un momento en que estuvieran juntos Álvaro, Gabito y Vinyes, a menos que ello hubiese ocurrido en septiembre de 1948, cuando García Márquez vino a Barranquilla y conoció a Álvaro y a Germán. Lo más probable, empero, es que ese cuadro de conversación nunca se hubiese dado, como sí se dio varias veces el de Álvaro, Gabito y José Félix Fuenmayor.
El Café Colombia sería cerrado a mediados de 1950, tras el regreso imprevisto de Ramón Vinyes a Cataluña. García Márquez escribió en EL HERALDO un magistral retrato de su adiós:
“De la noche a la mañana remató sus libros”, dijo Gabito. “Le dio un cuadro a Germán Vargas y otro a Alfonso Carbonell. Se dejó decir media docena de discursos y hasta tuvo la precaución de tomar en serio más de tres. Y antes de que sus amigos hubiéramos comprendido con exactitud lo que estaba haciendo –creo que antes de que lo hubiera comprendido él mismo– lo estábamos despidiendo en el aeródromo. Para viajar se vistió de paño oscuro y llevó el sobretodo a la mano porque alguien le dijo que en Nueva York estaba nevando. Y algo más insólito hizo en esa ocasión: se puso sombrero. Ya desde el aeródromo había cambiado por completo: resultó ser un hombre torpe para el manejo del pasaporte, los pasajes, los certificados de salud y los cartoncitos del equipaje. Se le formó una caótica complicación de bolsillos y Alfonso Carbonell tuvo que regalarle el llavero para que no fuera a confundir las llaves con la goma de mascar. Y a pesar de todo eso, nos dio la mano, subió al avión y se fue. Entonces tenía sesenta y cuatro años y había tomado cocacola en medio mundo. Pero cuando nos dijo adiós desde la ventanilla no parecía un viejo de sesenta y cuatro años en la butaca de un avión, sino un muchacho con el palo y el atadillo de ropa al hombro, fugándose de su casa rumbo a Barcelona”.
** Lamentamos el fallecimiento de Farid Char Abdala, nacido en Lorica y barranquillero de corazón. Empresario y dirigente radial, musical y deportivo, que impulsó el béisbol, el boxeo, el fútbol y el golf a nivel local. Nuestro abrazo de condolencia a sus hermanos Jabib, Fuad, Ricardo, Simón, Mary, Miguel y a sus familiares más cercanos.
De igual modo, acompañamos en su dolor a los hermanos Efraín, Alfonso, Fernando, Alberto y Álvaro Cepeda Sarabia por el deceso de su señora madre, doña Sarita Sarabia de Cepeda. Abrazos entrañables.