“Quedamos entre la Policía y el bandido, y escuchamos un solo tiro”
Luis Hernández Correa fue impactado por una bala perdida. Testigos de los hechos responsabilizan a la Policía del disparo.
Luis Manuel Hernández esperaba que vertieran el concreto a un lado de la vía en la calle 30 con carrera 21, sobre el puente del barrio Rebolo. Faltaban pocos segundos para que este procedimiento terminara y su grupo de trabajo, compuesto por cinco obreros más, pudiera continuar con el arreglo de la vía en la que trabaja desde hace 12 días.
A 100 metros de distancia, Osmar Peñate Ruiz, uno de los trabajadores de la obra, quien conocía a Luis Manuel desde hace año y medio, recuerda ver dos motos.
Una de ellas, la primera, estaba tripulada por un hombre. Detrás de él, una motocicleta con dos policías, lo perseguían.
Ante los trabajos en la vía, esta se halla con arena y agua, lo que causó la caída, en primera instancia, de los policías. A los pocos instantes, el perseguido también cayó debido a esta humedad.
El delincuente se levantó primero con su moto. Ante el desespero por huir, dejó en el suelo el arma de fuego que cargaba y continuó su camino en la dirección que llevaba, acercándose a los obreros.
Según Osmar Peñate, en este momento uno de los policías, al ver la escapada que emprendía el perseguido, sacó su arma de dotación y disparó en contra del delincuente.
Este tiro falló, y según testigos alcanzó a Luis Manuel en el abdomen, debajo del ombligo. “Todo pasó en un segundo, yo vi que le salía sangre de la camiseta pero no creía que hubieran disparado así”, relató el compañero de trabajo.
Según Osmar, su amigo fue auxiliado por los policías que dispararon. Lo llevaron a la Clínica Campbell, donde falleció a las 9:30 de la mañana a causa de la herida de bala.
FALLECIó EL DELANTERO. Además del pico y la pala, Luis Manuel era recordado por sus compañeros de trabajo con ‘la nueve’ en la espalda.
“En abril habíamos jugado un campeonato en Mundo Feliz en el que hizo siete go- les”, recuerda el menor de sus dos hermanos, Edwin.
El fallecido vivía hace cinco años en el barrio Santa María junto a su mujer Deisy Arias Torres y sus dos hijos, de 16 y 10 años.
Desde que había cumplido la mayoría de edad, se había desempeñado como albañil de varias construcciones. Hace dos años había conseguido el trabajo con el Distrito arreglando calles. Le faltaban diez días para terminar el proyecto en el barrio Rebolo.