La Costa, huérfana de líderes
“Tal vez como nunca antes en este momento estamos viviendo una crisis del liderazgo político del Caribe colombiano en su capacidad para influir en los destinos de la nación. Esto es paradójico, pues en épocas recientes la participación electoral de la región ha resultado decisiva para definir el rumbo político del país”.
La frase corresponde al ensayo ‘El liderazgo y el futuro del Caribe colombiano’, de Adolfo Meisel Roca. Son diversos y complejos los factores que explican esta realidad. Entre ellos, la estructura económica y social (pobreza, desigualdad y atraso educativo); la organización territorial (que nos ha conducido a la actual fragmentación departamental); la debilidad de la tecnocracia costeña; el modelo de desarrollo económico (en el que prima un régimen de comercio exterior que nos perjudica); la falta de legitimidad de la dirigencia política regional, y la ausencia de vocación de poder en la esfera nacional de la dirigencia caribe.
Meisel cita este dato diciente: “Para el periodo 2014-2018 el 33% de los senadores son oriundos de la Costa, casi tres veces lo que tiene Antioquia. Sin embargo, en la medida en que la región no tiene una agenda regional clara para defender, no se ejerce la influencia que se podría tener en pro del desarrollo de la región”.
En este contexto, a mí me parece esperanzador que estén apareciendo aspiraciones a la Presidencia como la del ex rector de la Universidad del Magdalena y ex alcalde de Santa Marta Carlos Caicedo Omar. Desde luego, una sola golondrina no hace verano. Se requieren más liderazgos atrevidos como el de él que muestren esa vocación de poder nacional de la que habla Meisel.
Hay gente que dice que para qué Caicedo se lanzó a la Presidencia si está “ahogado”. Y hacen comentarios despectivos. Yo creo, en cambio, que hay que aplaudir su osadía política, y pienso que por qué no puede hacerlo si ni siquiera un candidato como Germán Vargas Lleras –que ha contado con la chequera del Gobierno Nacional para hacer casas, carreteras y puentes– tiene garantizada la poltrona de la Casa de Nariño. Además, es andino y centralista.
Caicedo no solo es un dirigente costeño de notable elocuencia y demostrada valentía sino un administrador eficaz, y doy testimonio de eso, pues lo acompañé como asesor de comunicaciones de la Universidad del Magdalena, una entidad que él recibió en estado de postración y la convirtió en una ejemplar institución superior.
Después, tras pagar una injusta condena de cinco años, se lanzó a la Alcaldía y –sin plata, sin organización y sin logística– ganó por amplio margen. En 2015, los samarios reconocieron su gestión eligiendo a Rafael Martínez, su sucesor.
Es probable que Caicedo termine sumándose a un bloque que programáticamente interprete a la Costa y recoja lo que Colombia anhela, pero lo que está haciendo es plausible y merece todo el reconocimiento regional.