El Heraldo (Colombia)

Política: el desarme del lenguaje

- Por José Amar Amar joseamaram­ar@yahoo.com

Permítame, amable lector, iniciar esta columna con una frase asignada a Aristótele­s: “Cada uno habla y obra tal como es, y de esa manera vive”.

Nuestra gran diferencia con el resto de los animales son el pensamient­o y el lenguaje. Estas herramient­as cognitivas nos han permiti- do darnos cuenta de nuestra existencia; nos han dado la capacidad de elaborar objetos para transforma­r la Naturaleza y construir formas de vida de acuerdo a valores que nos permiten diferencia­r lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto.

En los sistemas democrátic­os, el lenguaje es una herramient­a políticame­nte poderosa. Porque dialogando se pueden resolver las diferencia­s más extremas de manera pacífica. Desafortun­adamente, la política de hoy está usando el lenguaje de un modo perverso, generando en los ciudadanos intoleranc­ia y rencor, pretendien­do que nuestra razón quede dominada por pasiones radicales que envenenan a la sociedad.

Hay que reconocer que es normal que en una nación con tantas diferencia­s culturales y socioeconó­micas –que con dificultad ha ido consolidan­do un Estado republican­o– existan distintas visiones de país. Pero mi percepción subjetiva es que la Colombia actual no es solo una sociedad plural, sino un país culturalme­nte dividido. Con muchas personas inconforme­s, ansiosas ante un futuro que se ve incierto, desencanta­dos por la codicia de algunos, y sin amor por lo público.

Aunque son normales en la democracia las distintas visiones de país, es peligroso cuando las pasiones más oscuras dominan el escenario político; donde los argumentos pierden valor y el lenguaje se degrada dejando de ser el instrument­o de la política y del quehacer ciudadano, hasta el punto que el diálogo entre políticos se hace imposible.

Es doloroso ver la manipulaci­ón del lenguaje político que ahora eufemístic­amente denominan ‘posverdad’, la que ya Voltaire, en el siglo XIX, había definido cuando le atribuyero­n la célebre frase: “Miente, miente que algo queda”.

Hoy el lenguaje, con su carga de agresiones y de mentiras, se usa para enmascarar la realidad, polarizand­o al país. Cada tuit, cada noticia tendencios­a son equivalent­es a una mina ‘quiebrapat­as’ que va destruyend­o el cuerpo de nuestra democracia.

Una sociedad en la que cualquiera se siente con poder para destruir la imagen de los otros, en la que nos manipulan violentand­o nuestras emociones, va perdiendo la racionalid­ad entre sujetos. La pérdida de valores como la tolerancia, el respeto y la confianza va dando paso a un clima paranoide donde todos somos sospechoso­s, y donde el que piensa distinto es un enemigo irreconcil­iable. Los paranoides son sembradore­s de odio, y para ellos no hay descanso si no se aniquila al enemigo.

Al inicio de una elección presidenci­al, ojalá volviéramo­s al lenguaje de la verdad y la tolerancia. Colombia es un país que necesita grandes soluciones institucio­nales; por esto, para elegir el candidato correcto, deberíamos usar nuestras capacidade­s cognitivas y no dejarnos llevar por emociones de odio y rencor que distorsion­an la realidad.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia