Otro ‘vinotinto’ amargo
Colombia no tuvo claridad y se resignó a un empate sin sabor frente a Venezuela, ayer en San Cristóbal. El combinado patrio careció de claridad. El arquero local Wuilker Faríñez fue figura.
¡Vamos Vinotinto! ¡Vamos Colombia! Fueron los coros de venezolanos y barranquilleros que vivieron con pasión el encuentro futbolístico disputado ayer entre ambas selecciones en el estadio Pueblo Nuevo en San Cristóbal, capital del estado Táchira, en Venezuela.
Como si el equipo venezolano jugara de local, en la Arenosa los compatriotas se concentraron en varios lugares para vivir la fiesta del fútbol y por supuesto apoyar a la Vinotinto.
El restaurante de comida venezolana ‘Reina Pepiada’, ubicado en el norte de la ciudad, fue uno de esos lugares predilectos para unirse a una sola voz.
Se hicieron las 4:00 de la tarde, hora en que se escuchó el primer pitazo que indicaba que el juego había empezado. Los venezolanos y colombianos entraron en total expectativa, y como diría un narrador de fútbol, “aumentó el consumo de uñas” cuando las opciones de gol de la Tricolor y la Vinotinto se veían llegar a los arcos.
“Hoy (ayer) es un día emocionante por la cantidad de venezolanos que vivimos en Barranquilla. Yo creo que, como dicen aquí, Colombia es un solo vacile entre nacionales y venezolanos”, dijo entre risas Luis Flórez, venezolano radicado en Barranquilla hace un año.
“Yo creo que estos juegos en vez de dividirnos nos unen más como hermanos porque una vez fuimos una sola Nación”, agregó, mientras la selección de su país empezaba a inquietar el arco de David Ospina.
Por su parte, Mileiner Arias, también venezolana pero con siete años viviendo en Barranquilla, dijo que su corazón estaba dividido por ambos equipos porque fue Colombia quien la recibió cuando decidió salir de su amada Caracas buscando un mejor futuro.
“Yo tengo un conflicto interior porque a veces le tengo que ir a Colombia y a veces a Venezuela. Pero hoy (ayer) le doy a mi Vinotinto”.
Melissa Manotas, dueña del restaurante venezolano, dice que es satisfactorio poder recibir y hacer sentir como en casa a los muchos ciudadanos venezolanos que han llegado a tierra barranquillera.
“Recibir a los venezolanos para nosotros es una satisfacción porque ellos se sienten en su tierra. Cuando ellos ven algún cuadro, una gorra o escuchan su música representativa se emocionan, los hace transportarse a su tierra que tanta falta que les hace”, expresó, mientras el árbitro del encuentro sonaba el pitazo que indicaba que el primer tiempo había terminado sin goles para ambos seleccionados.
Al comenzar la segunda mitad colombianos y venezolanos continuaron con el grito de gol ahogado en la garganta.
El partido continuaba siendo parejo y los establecimientos comerciales de la ciudad, que estaban convertidos en verdaderas tribunas, empezaban a alentar con más fuerza.
Ray Pérez, barranquillero e hincha de la Selección Colombia, sostuvo que el partido es un solo sentir entre los aficionados de ambos equipos, y que no importando la nacionalidad que se tenga “somos hermanos”.
“Cada quien ama su país. Los venezolanos están viviendo una situación difícil pero igual tenemos que apoyarlos porque somos hermanos de Suramérica”, manifestó.
Los 90 minutos se cumplieron y el resultado, aunque fue sin goles para cada equipo, dejó satisfechas a ambas hinchadas por igual.
El ambiente de alegría y fiesta siguió por varias horas en las calles de Barranquilla, que ya se preparan para recibir a Brasil de Neymar, el próximo martes.
El encuentro futbolístico de ayer demostró una vez más que el fútbol es sin lugar a dudas sinónimo de fiesta y pasión. No importó que fuera jueves, la gente convirtió las tiendas y bordillos en los estadios mientras que colombianos y venezolanos compartieron las emociones de un partido que dejó a Colombia un punto más cerca de Rusia.