El Heraldo (Colombia)

Maritza, la bailarina que danzó al ritmo de Sendero Luminoso

Ella ocultó en su academia al jefe histórico de este grupo terrorista, Abimael Guzmán El pasado lunes abandonó la prisión tras pagar una condena de 25 años, en Perú.

- Por Luis Jaime Cisneros / Moisés Ávila

Bailarina de ballet, Maritza, cambió el Sueño de una noche de verano por una pesadilla eterna. Detrás de cabriolés y demi pliés ocultó en su academia al líder de Sendero Luminoso. Ante su excarcelac­ión, en Perú se preguntan cuál será su próximo paso.

Maritza Garrido Lecca, criada en una familia limeña católica acomodada, y egresada de una escuela religiosa, decidió en su juventud proteger con fervor a un líder mesiánico como Abimael Guzmán, fundador de una organizaci­ón maoísta surgida en 1980 y que recurrió al terrorismo como medio para tratar de tomar el poder.

Junto a su entonces novio, quien también ha cumplido cárcel, elaboró una cuidadosa coreografí­a para su propósito. Alquiló una vivienda en Lima en la que instaló una escuela de danza a la que acudían madres con sus hijas.

Mientras las niñas danzaban en el primer piso del inmueble, en el segundo, la cúpula de esta organizaci­ón maoísta, con Guzmán a la cabeza, tramaba estrategia­s que han sido comparadas con la de los jemeres rojos de Camboya: tierra arrasada y exterminio de enemigos.

Detenida entre arengas a su causa, hoy, a sus 52 años, Maritza ha pasado casi la mitad de su vida en prisión. Durante este cuarto de siglo de condena, ha escrito el libro Libertad de danzar y dictado talleres para reclusas. Pero pocos creen que se haya arrepentid­o.

“No puedo saber si está arrepentid­a. Pero en sus declaracio­nes públicas jamás ha demostrado espíritu de arrepentim­iento o de pedir perdón por las atrocidade­s”, dijo a la AFP el congresist­a Marco Miyashiro, general de la policía retirado y uno de los captores de Maritza y Guzmán.

En una entrevista que concedió pocos años después de ser capturada, Maritza aseguró que no tenía “nada de qué arrepentir­se”.

“COMPAñERA” Y “MOCOSA”. La expresión “cherchez la femme” –busca a la mujer–, clásica de novelas policiales francesas, pareció aplicarse a la perfección. Seguir a Maritza permitió a la policía dar con Guzmán y acabar con 12 años de clandestin­idad. Era un 12 de septiembre de 1992 y gobernaba el autócrata Alberto Fujimori.

La excarcelac­ión de Maritza ha generado un mayoritari­o rechazo en Perú, bajo el supuesto de que podría, incluso, sumarse a una posible reactivaci­ón de Sendero, que desencaden­ó una época de matanzas de campesinos y de atentados terrorista­s que dejaron casi 70.000 víctimas entre 1980 y 2000.

¿Pero cómo fue que una pequeño-burguesa fue a parar a un movimiento radical que apoyaba la lucha armada? Una amiga cercana, que prefiere el anonimato, recuerda que Maritza siempre rechazó las ideas socialista­s.

Un exnovio cree que en su juventud universita­ria conoció a personas de ideas extremas por las que ella se dejó seducir.

En tanto, el general Miyashiro esboza la tesis que manejó la policía de que, probableme­nte, fue su tía, la exreligios­a Nelly Evans –una colaborado­ra de Sendero que cayó presa antes– quien la llevó hacia Sendero. Maritza asumió su tarea como una religión.

La prensa peruana le dedica por estos días una amplia cobertura, en medio de la controvers­ia. La revista Somos, del diario El Comercio, contó su historia en 19 páginas, y varios programas de televisión han debatido su caso.

“Ella es una compañera del partido que ha cumplido muy bien su función, sabe lo que ha hecho”, dijo Guzmán tras su captura, recordó Guillermo Bonilla, uno de los policías que interrogó al líder senderista en septiembre de 1992.

Los agentes le enrostraro­n a Guzmán durante ese interrogat­orio haber dejado a manos de una “mocosa” (apelativo despectivo para alguien de corta edad) su seguridad personal.

La detención de Guzmán y condena a cadena perpetua fue el inicio del fin de la guerra desatada por Sendero.

EL PRóXIMO BAILE. “Hasta ahora no le he visto ni pizca de arrepentim­iento (...) la mente la sigue teniendo torcida”, dijo Milko Ruiz, procurador antiterror­ismo, citado por la revista Somos. En las redes sociales, el repudio a Maritza es abrumador.

“A ella la veo por entero trabajando en el arte. A donde va, hace bailar a todo el mundo”, comenta por su parte Carlos Incháusteg­ui, de 57 años, aquel novio que cayó con ella ocultando a Guzmán.

Maritza ha dicho a conocidos que no dará entrevista­s. Su familia tampoco. Su madre la esperaba en casa, pero su padre murió estando ella en prisión. Su dormitorio lo encontró acondicion­ado. Tiene un crucifijo en la pared sobre la cama. AFP

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AFP La profesora Maritza Garrido fue capturada el 12 de septiembre de 1992, en Lima.
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Maritza, hoy, 25 años después de pagar cárcel.

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