Alfredo, 13 años
Parece una leyenda urbana, pero ocurrió. El viernes 17 de septiembre de 2004, hace 13 años, Alfredo Correa de Andreis caminaba por una calle de Barranquilla. Aunque Edelberto Ochoa –su escolta– lo acompañaba, Alfredo andaba como andan los hombres que no le deben nada a nadie. Así era. Un sicario se acercó, disparó primero contra la humanidad de su acompañante y luego, cuentan los testigos, puso su mirada sobre Alfredo. Nadie podrá imaginar el terror que sintió en aquel momento, sin embargo, no acudió a la indigna súplica a la que tienen derecho todos los condenados. Lo que ocurrió allí ya lo sabemos. Alfredo, en un intento de disuadir a su asesino dijo: “Hey, loco, no dispares”. El sicario no se detuvo, la orden no tenía reversa. Por una alianza macabra entre el DAS, la Fiscalía y los paramilitares, hostigaron y asesinaron a Alfredo Correa de Andreis.
El Juzgado 10 Penal del Circuito Especializado de Bogotá, en sentencia del pasado primero de septiembre, condenó a 40 años de prisión a Javier Valle Anaya, ex subdirector del DAS del Magdalena, por el homicidio de Alfredo y su escolta. El fallo por los delitos de concierto para delinquir, homicidio de persona protegida, peculado por apropiación y homicidio agravado confirma una vez más la violenta estructura criminal que estaba permeada dentro de las instituciones gubernamentales. El paramilitarismo no operó solo.
La jueza es enfática con algo determinante para la justicia del caso de Alfredo Correa de Andreis: le insiste al Ministerio de Justicia sobre la importancia de la solicitud de extradición de Valle y la orden de captura internacional. Es decir, se tiene información de que Valle Anaya, evadiendo a la justicia colombiana, y a pesar de tener una orden de captura en su contra desde hace varios años, se mueve con tranquilidad en Estados Unidos. Por alguna razón no ha sido encontrado. A veces da la sensación de que alguien o algo lo blinda, de tal manera que se burla de la justicia y sigue ahondando la herida que deja la impunidad en el caso de Correa.
Javier Valle Anaya armó un expediente falso sobre el profesor, con testimonios ficticios, un informe burdo, lleno de irregularidades, que le sirvió al fiscal 33 de la Fiscalía de Cartagena para capturar a Alfredo, judicializarlo, reducirlo y estigmatizarlo. Al no encontrar suficientes pruebas en su contra, fue puesto en libertad. Pero el asunto sería de una manera o de la otra, entonces lo asesinaron. Unos meses después, como si se tratara de un premio, Valle Anaya fue nombrado subdirector del DAS del Magdalena. Este fallo es un paso más hacia la justicia, pero aún hay un manto de impunidad sobre algunos de los eslabones que participaron de este atroz crimen. A ellos también les llegará su momento de enfrentar la justicia. Seguimos esperando.