“Los niños se vuelven flojos y pierden su ritmo habitual”: padres de familia
Joel Santiago Gómez, un niño de 8 años que reside en el municipio de Soledad, acostumbra a levantarse de lunes a viernes a las 5 de la mañana, desayunar, bañarse y alistarse rápidamente para llegar puntual a su horario de clase en la Institución Educativa Sagrado Corazón de Soledad, sede primaria. Miosmani Gómez de Alba, madre del menor, afirma que pese a poner problema para levantarse y demostrar algo de pereza, Joel nunca se va a recibir sus clases con denotaciones de rabia o enojo en su pequeño rostro.
Por otro lado, Galilea Ortega de 6 años, coincide con la rutina diaria de Joel. Ella también se levanta todas las mañanas con pereza, pero luego de estar despierta se muestra positiva y alegre, puesto que es consciente de sus obligaciones, manifestó su padre, Renzo Ortega. Por tal razón, tanto Miosmani Gómez, como muchos otros padres que habitan dicho municipio, difieren con la medida anunciada por el alcalde de Soledad, Joao Herrera, de modificar el horario de clases en los grados de transición y primaria de las instituciones públicas y la eliminación de las tareas o actividades establecidas por los docentes para los niños en sus casas. Al ser consultados todos exclamaron: “no estoy de acuerdo”. Entre las razones más frecuentes para rechazar la medida están las pronunciadas por Renzo Ortega y Edgardo Robledo. Estos padres de familia creen que dicha decisión puede traer muchos efectos negativos; por ejemplo, hacer que los niños sean “más flojos” o que no se acostumbren a llevar el ritmo de vida que diariamente tiene la mayoría de la población colombiana en sus diferentes contextos, bien sea estudiantil o laboral. Ortega se pregunta, “después de acostumbrarse a entrar a las 9 de la mañana, cómo vamos a hacer cuando entren al bachillerato, a la universidad o a la vida laboral, si en todos van a tener que madrugar”.
En cuanto a la eliminación de las tareas, fueron conscientes de que aunque en muchas ocasiones hay actividades que apuntan más a ser designadas para los padres, todos piensan que eso también influye en los métodos usados por cada progenitor, es decir, “si a mi hijo le toca hacer algo y le va quedando torcido, torcido queda, porque lo tiene que aprender a hacer él mismo”, afirmó Gómez de Alba.