En Venezuela se camuflaba como vigilante
Juan Carlos Sánchez Latorre tenía nacionalidad venezolana Logró esconderse cuatro meses en la ciudad de Maracaibo.
“Era una persona común y corriente y nunca tuvo un solo problema con los demás inquilinos”, dijo sobre Juan Carlos Sánchez Latorre una celadora de la zona de Cumbres de Maracaibo, en la Circunvalación 2, donde el ‘Lobo Feroz’ tenía su guarida y trabajaba como vigilante.
De acuerdo con el diario Versión Final de Maracaibo, el hombre de 37 años había llegado hace cuatro meses al vecino país y logró obtener la cédula venezolana, por lo que le dieron empleo como vigilante. Vivía en la avenida principal de la Circunvalación 2, Monte Santo 1, parroquia Raúl Leoni. “Nunca mostró señales de ser un pervertido durante su estadía, de hecho, nunca lo vimos con niños por aquí”, agregó la mujer, que afirmó estar sorprendida por las acusaciones que hay en contra de Sánchez.
Allá se hacía llamar Danilo y llegó solicitando alojamiento y un empleo. Lo consiguió a unas cuadras de la casa donde se ubicó por “caridad de los patrones”, que le pagaron el primer arriendo. “Él trabajaba de noche como celador en una de las villas cerradas que se encuentran a una cuadra de la casa. Se le dio arriendo porque sus patrones, en un principio, pagaron el alquiler, luego él costeó sus gastos”, añadió la testigo.
Durante el tiempo que estuvo en Maracaibo se paseaba sin ningún problema, salía sin temor por la zona céntrica del lugar a hacer mercado. Logró encajar en el trabajo y en la zona en la que vivía, sin embargo, en diciembre se hizo efectiva la orden de captura en su contra.
A las 10 de la mañana del 1 de diciembre de 2017, varios funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) capturaron a Sánchez Latorre en las escaleras del apartamento en el que residía, ante los ojos de dos inquilinos que cuestionaron la actuación de las autoridades. “La dueña de la casa salió a ver qué era y les preguntó que qué le hacían a ese muchacho, los agentes dijeron que era buscado por la viola- de 500 niños en Colombia”, agregaron habitantes del sector.
En la habitación de Danilo Gutiérrez, como se hacía llamar en Venezuela, solo quedaron los afiches de superhéroes y algunas fotografías que tenía pegadas en las paredes, el resto de elementos se los llevaron las autoridades en el allanamiento.
Hasta la fecha, en Venezuela no se tiene conocimientos de denuncias en contra de Sánchez Latorre, sin embargo, en Barranquilla varias son las personas que afirman haber caído en las garras del ‘Lobo’, entre 2005 y 2008, mientras frecuentaba lugares de videojuegos y centros comerciales de la ciudad.
En el sur operaba en Metrocentro, pero cuando fue expulsado de allí, en 2006, se trasladó a buscar a los menores en el Portal del Prado, donde fue capturado en 2008 por tercera vez.
En la Ciudadela, varias son las personas que recuerdan haberlo visto hace mucho tiempo, indican que lo veían caminar por las aceras de las casas con dirección hacia el centro comercial.
“Cuando vi la noticia lo reconocí por la foto que mostraban de él joven. Siempre pasaba por aquí, pero nunca entablamos una conversación. Caminaba para allá arriba, como para Metrocentro”, indicó la dueña de una farmacia que tiene 35 años de servicio en el barrio.
Los locales de videojuegos aledaños al centro comercial también eran visitados por Sánchez Latorre, en esos lugares se ganó la confianza varios niños, los invitó a jugar y tras varios días de compartir con ellos, les ofrecía dinero a cambio de tomarles fotografías.
“Cuando era niño me iba con unos amigos por la parte de atrás de Metrocentro a jugar ‘play’. Él andaba cerca de esos sitios. Un día nos dijo que tenía muchos juegos, que nos acercáramos y nos mostró varios CD que se veían buenos, dijo que podíamos intercambiarlos o jugar con él. Después de un tiempo nos propuso ganar dinero para poder seguir jugando, si dejábamos que nos fotografiara, pero nunca nos dijo que era desnudos”, recordó un hombre que fue víctima del ‘Lobo’ cuando tenía 14 años.
Sánchez Latorre tenía la capacidad de hacerse amigo de los menores, con los videojuegos como gancho se ganaba su confianza para luego tener armas que le permitieran chantajearlos. “Le pidió a mi amigo que se desnudara para tomarle unas fotos para una revista, dijo que era algo normal, que la gente moderna lo hacía y que estábamos atrasados”.
Como Mario*, otros niños fueron accedidos por el ‘Lobo’ en esa zona, después de convencerlos, los llevaba a moteles del Centro, lugares donde no había restricción de acceso a menores y en los que, además de tomarles fotos, los violaba y amenazaba con mostrarles a sus familiares evidencias de sus actos.
“En una ocasión me agarró por el brazo con un cuchillo y me dijo que si no accedía le iba a mostrar la fotos a mis papás, eso fue lo que me dio temor porque no sabía cómo iban a reaccionar, me asustaba que ellos se enteraran de lo que me había hecho”.
Tras frecuentar el centro comercial de la Ciudadela 20 de Julio, entre los años 2005 –mismo en el que fue capturado por primera vez y dejado en libertad– y 2006, no volvió a “aparecerse” por allá. “Desde el día que lo detuvimos porque ya lo vimos en vueltas raras no volvió, se lo entregamos a la Policía y supimos que lo capturaron, pero lo dejaron libre”, explicó un exempleado de Metrocentro.
Se volcó hacia el Portal del Prado, lugar cercano a donde laboró, para la misma fecha, como transcriptor en locales de litografía cercanos a la Universidad del Atlántico. En el complejo de almacenes de la calle 53 con carrera 46 fue capturado el 13 de marzo de 2008 por acceso carnal abusivo con menor de 14 años, tras la denuncia interpuesta en enero de ese año por una víctima. Ese mes fue aprehendido, peción ro quedó en libertad por mal procedimiento. Dos meses después se repitió la captura, pero volvió a quedar en libertad por vencimiento de términos.
Según las investigaciones, el ‘Lobo Feroz’ se fue a La Guajira y ahí se le perdió el rastro hasta que, por información de unos correos electrónicos que se enviaba con un usuario en México con el seudónimo ‘Anthony’, se le volvió a seguir la pista. La comunicación con Héctor Manuel Farías López, dueño de la cuenta, era constante. En los chats, Sánchez le enviaba videos y fotos, de sus víctimas, por los que cobraba hasta 400 dólares por archivo.
*Nombre cambiado de la víctima por tratarse de un menor de edad para la época de los hechos.