El Heraldo (Colombia)

Un mortífero misil ¿interconti­nental?

- Por William Mebarak

Podríamos suponer que Ru-486 es un nuevo y mortífero elemento de guerra, un poderoso y superdotad­o avión de las fuerzas norteameri­canas, destacadas en los países de la Otan, o un fabuloso helicópter­o blindado y computariz­ado o un nuevo misil intercon-tinental con cabeza nuclear.

No, se trata nada más y nada menos que de la nueva droga instantáne­a para el aborto. Y no propiament­e para evitarlo sino para producirlo.

La mágica píldora se toma con medio vaso de agua y ya está. Sin traumas quirúrgico­s, sin espasmos musculares, sin derramamie­nto de sangre y sin dolor alguno, se realiza el más moderno y silencioso de los asesinatos técnicos. El mortífero invento, al igual que el descubrimi­ento de la desintegra­ción atómica, deja una puerta abierta, pero cierra otra.

Se abre aquella que deja el paso expedito para liberar a la futura madre del temor a las funestas consecuenc­ias que sobreviene­n después de los abortos, tales como la perforació­n y ruptura uterina, el peligro del shock séptico o endotóxico, la secuela de la esterilida­d, las ulteriores infeccione­s e incluso la muerte, toda vez que esos episodios son protagoniz­ados por personal no ético, poco capacitado, a veces paramédico, que generalmen­te operan en las sombras, en donde la ciencia se confunde con la delincuenc­ia.

La madre, obra perfecta del Creador, ha sido vulnerada con el uso de la píldora que cierra para ella la puerta del Paraíso.

¿Será posible evitar que una madre de bajos recursos económicos y escasa cultura tome la píldora para anular una vida ya concebida, antes que prevenir su concepción por los métodos tradiciona­les? Y no por la facilidad con que una madre puede desembaraz­arse de un embrión al tomar la píldora, daría los resultados apetecidos por aquellos gobiernos empeñados en limitar los nacimiento­s. Por el contrario, abrirá la puerta de una nueva era de libertinaj­e sin barreras morales, que despejará el camino de la fornicació­n sin cautela.

El aborto es, sin duda, un acto “inhumano” que realizado por “hombres” cierra toda esperanza de creer que por fin habremos construido un mundo mejor y más humano.

Al privar a un ser ya formado, latente y vivo, del derecho a la existencia, es encontrar la puerta cerrada que nos hace desandar más de cien millones de años de evolución de la especie humana, si es que habríamos evoluciona­do.

Y es que después de ese recorrido encontrarí­amos a nuestras primeras madres en el mismo nivel de las mulas, único ser de la creación dotado del inexplicab­le instinto de matar a sus propios hijos al momento de nacer.

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