El poder del desorden
A partir de nuestro nacimiento atravesamos diversas etapas, cada una bien definida por la psicología, que determinan nuestro futuro de forma decisiva. Siempre existe la posibilidad de construir sobre las hondas heridas y fracasos vividos, que nadie los puede borrar, por lo tanto se puede decir que nuestra vida está compuesta de una serie de momentos cruciales. En estos tiempos críticos en los que somos conscientes de nuestros males, nos hemos desgastado luchando contra los síntomas mientras que las causas sociales se eternizan, con estos argumentos reclamamos del gobierno un ‘cambio social’ de las manos de los Derechos Humanos, desde la cuna hasta la tumba. Desde siempre, el desgobierno y las desigualdades sociales han sido una epidemia de incontrolable incumplimientos, que se imponen bajo la protección de los gobiernos de turno y la clase política y, hasta el presente ha gobernado del pueblo pero no con el pueblo y para el pueblo, la falta de este poderío ha sido un común denominador, progresando al infinito las injusticias sociales. Un gobierno del pueblo con el pueblo y para el pueblo, es aquel que se ajusta a la transparencia, a la ley y al orden social, lejos de toda arbitrariedad, cuando esto no ocurre es cuando los estados y sus entes acuden al poder del dominio de las jergas para esconder los escándalos, de la reinante corrupción, por las cortinas de humo que tapan cubriendo las flaquezas, ingobernabilidad y abuso del poder. Sobre estos temas existenciales nace una pregunta y no hay respuesta. ¿Por qué nos resistimos al desorden en lugar de abandonarlos de el?, más bien descubramos los beneficios que el poder del desorden aporta a los gobiernos y a la clase política, porque ya las falencias y las cruciales calamidades de nuestras vidas son propias.
Jorge O. Salazar Santander jorgesalazarsantander@yahoo.com