Político digital
Parece, como es usual, que para las elecciones de marzo pocos compromisos tienen los candidatos con la sociedad, pero sí muchos con quienes decidan apoyar sus intereses políticos a través de las maquinarias. Cualquier ciudadano que interés en conocer las posturas de quienes nos representarán en el próximo periodo ante el Congreso, se dará cuenta de que la dinámica de estas campañas electorales poco tienen que ver con las ideas y nada con ganarse a la sociedad por medio de debates públicos. Claro está, como en todo, hay algunas pocas excepciones. Esta tendencia a buscar los votos por medio de intermediarios garantiza el éxito electoral de una estrategia tradicional que pocas veces falla en el país y que se traduce en campañas costosísimas –que superan a todas luces los topes de gastos fijados por el régimen electoral–, y que luego le costarán al país una cifra multiplicada de los gastos que se asumieron en elecciones.
Sin embargo, hay un tema que causa particular interés, esto es, la nueva tendencia a hacer campañas electorales utilizando las redes sociales como un mecanismo efectivo para llegar a más personas y ganar seguidores, por lo menos virtuales. Esta estrategia, sin lugar a dudas, fortalece la promoción de las ideas, utilizando videos cortos donde los candidatos cuentan un poco sobre quiénes son, cuáles son sus partidos y sus tendencias en temas sobre corrupción, género o desarrollo, pero ingenuamente se ha creído que quienes usan nuevas plataformas para hacer campañas electorales, cambian necesariamente con el paradigma del clientelismo y de los elevados costos que infringen los costos permitidos.
Las redes sociales son, hasta cierto punto, gratuitas, pero las pautas y los videos elaborados por profesionales no lo son, por lo que lo cierto es que el Consejo Nacional Electoral deberá examinar en estas elecciones aquellos costos por promoción en las diferentes plataformas, así como los valores que informen los candidatos sobre los videos, que parece ser algo sencillo y práctico, pero que quienes conocen el medio saben que cuestan bastante y que no son una creación casera. Se aplaude, por una parte, que una nueva generación de jóvenes políticos le apueste a la democratización de sus ideas a través de las redes, no obstante, si se propone –por ejemplo– atacar a la corrupción desde el Congreso, lo primero que se deberá hacer es llegar cumpliendo con las normas establecidas. Las redes dicen mucho de los políticos, su forma de pensar, así como si su interés en diferentes temas es genuino, o como suele suceder fingido, por lo que también podrá ser una herramienta práctica para que los ciudadanos podamos conocer mejor por quién estamos votando.