“Con la sátira podemos seguir bailando”
El escritor puertorriqueño habla de sus inicios en la literatura y su lucha por los derechos LGBTI.
Luis Negrón te da un golpe en la quijada y, renglón seguido, te hace reír. Sumergirse en su libro de relatos,
Mundo Cruel, es “acercarse a la complejidad humana”, al sentimiento de salir de un clóset a una habitación donde pareciera que las luces siguen apagadas.
El escritor puertorriqueño, librero y periodista retrata sin mimetismos el universo LGBTI. Por estas características su literatura ha sido “prohibida” por algunos en su pueblo natal, Guayama. Las historias se desarrollan en Santurce, un barrio urbano de San Juan donde Negrón recuerda que la vida “no es muy tierna que digamos”.
“Un humor a veces grueso, a veces malvado, a veces disparatado, a veces conmovedor, a veces desgarrado; pero humor, siempre humor, mucho humor”, reza el prólogo de Ignacio Echevarría.
Hablamos con Negrón, quien disfruta declararse una ‘loca’, de ser activista y de impulsar la lucha queer desde la literatura y la sátira. “¿Y qué?”, dice mientras menea las manos. Además de escribir, “me gusta mariconear”.
P Usted sale del clóset, como escritor, en una discoteca ¿cómo fue?
R Antes el único espacio de esparcimiento que teníamos eran las discotecas y las barras. Le llamamos bohemiadas. Eran grupos de creadores gays o lesbianas que pedíamos a los dueños de la disco poder usar el lugar antes de la rumba para leer poesía. Yo era librero y un escritor de clóset y una amiga sabía que escribía y me persuadió con su magia para que un día leyera algo. La primera vez no me prestaron atención, pero luego ya reaccionaban y empecé a encontrar lectores. Así que en las discotecas aprendí muchísimo, yo nunca fui popular, fui torpe y muy tímido. Esos espacios me sirvieron para promulgar.
P ¿Qué busca con sus textos, incomodar?
R Sí. Intento que toda expresión humana se vea como es. Mundo Cruel mete un ‘cantazo’ pero también te pasa la mano. Hay sátira pero no abandono a los personajes, no los victimizo. Mi propósito es acercarme a la complejidad humana. Por eso no me gustan las historias en las que se diferencian los buenos y los malos.
P ¿Qué aporta la sátira a ‘Mundo Cruel’?
R La sátira es para relajarse. Tenemos luchas y necesidades que no se deben dejar de atender y hay presiones para esconder la realidad humana. La sátira nos sirve para poder decir, a pesar de eso doloroso que nos ocurre: ok, puedo seguir bailando. Sirve para alejarse del resentimiento.
P ¿Usted se declara P abiertamente ‘loca’? ¿Eso tiene algún costo?
R (Risas) No hay nada de malo en ser loca y escandalosa, ni nada malo es ser un hombre afeminado. No solo es hablar de los homofóbicos sino de los homosexuales. Esa es la punta de lanza en nuestra batalla, no hemos logrado lo que logramos por ser buenos y bien portados. El que abre caminos es el atacado, el que sale a la calle y no se queda callado. Por eso soy loca ¿y qué?
P Se comienza hablando de literatura ‘queer’, pero se termina hablando de las diferentes desigualdades…
R Sí, de los pobres, los negros, los marginados. Como dice mi mamá: el hambre y la miseria se juntan para salvarse. Cualquier cosa que rompa con las oligarquías, el patriarcado, encuentra su espacio. Nos ayudamos.
P Terminan sus relatos haciendo activismo…
R Por la necesidad, claro. Yo quiero una mejor vida también ¿Quién lo va a hacer por mí? Yo quiero mariquear en mi nido. Los gays estamos siempre en el exilio. En el exilio de las familias, de la libertad, de la participación. Estar en mi país y manifestarme es un alivio. Nunca me quedo callado cuando están jodiendo a otro. No me gusta el abuso.
P Cuéntenos sobre sus influencias literarias en Latinoamérica
R No le llamaría influencia, pero digamos que Manuel Puig me dio muchas ganas de escribir. A algunos no les gusta hablar de García Márquez pero cuando de joven leí Cien años de Soledad, me voló la cabeza. De Puerto Rico, Ana Lydia Vega y Pedro Lemebel.