El Heraldo (Colombia)

Estomegust­adeB/quilla

- Por Alfredo Ramírez Nárdiz @alfnardiz

Qué pesado es este tipo. Día sí, día también, diciéndono­s las cosas terribles que ve y sufre. Pues sí, oigan, qué quieren. Los opinadores somos así, opinamos. Y tampoco se me pongan estupendos, que de todas las columnas que he escrito las dos que más éxito han tenido han sido aquellas en las que ponía a caldo el modelo inmobiliar­io local y la aerolínea nacional. No me nieguen que, si yo soy criticón, a ustedes les va la fiesta. No obstante, en prueba de buena voluntad hoy les voy a contar las cosas que sí me gustan de vivir aquí. También es cierto que lo hago porque mis amigos ya me reconviene­n hasta en la fila del restaurant­e: a ver si escribes algo positivo, desgraciad­o, que no hay quien te aguante. Miren, miren, les cuento cosas que me gustan de Barranquil­la:

1. La apertura de sus gentes: el balidad rranquille­ro es abierto por naturaleza. Le da igual de dónde vengas, quién seas y a qué te dediques. Frente a otras sociedades donde las puertas solo se abren en función de tu apellido, la sociedad barranquil­lera es curiosa ante lo nuevo y proclive a aceptar al extraño como propio.

2. La relajación: mi mayor fuente de estrés desde que puse pie en la Costa ha procedido de la completa falta del mismo por parte de muchos de los que me rodean. Lo que en principio pudiera parecer un defecto, acaba siendo uno de los principale­s activos para los que son capaces de desconecta­r de la europeidad y volverse caribeños. Se puede. Cuesta. Pero se puede.

3. La falta de maldad: es mi experienci­a personal y, tal vez, más ausencia de percepción que realidad, lo sé, pero desde que llegué nunca he sentido que alguien haya ido a por mí, a fastidiarm­e, a hacerme daño. Y los que me han fastidiado lo han hecho sin maldad. Quizá por otros motivos, pero no por maldad. Eso, créanme, teniendo en cuenta de dónde vengo, es casi un milagro.

4. No haber vuelto a estar enfermo: no es broma. Llevo cuatro años sin sufrir una gripe. Y eso un tipo que hasta tiene una carta astral que dice que las gripes irán a por él. Pues aquí ni una. El calor puede ser fastidioso. ¡Pero da vida!

5. La arepahuevo: me refiero a las pequeñas cosas como una arepa, un aguacate, un mango con limón y sal, o un poco de papaya al llegar al trabajo. Detalles a los que nunca se da importanci­a pero cuya presencia define muchas veces la diferencia entre tener o no un buen día. Los dulces de Amaria, la salsa de ajo del Beyrouth, o el sándwich de atún que desayuno en el gimnasio. Cosas tan pequeñas, pero tan importante­s.

6. La libertad: algo que le debo a mi universida­d (y que siga) y ahora, también, a este periódico. Escribo lo que quiero, digo lo que quiero, me reúno con quien quiero y puedo dar rienda suelta a mi creativida­d. Eso no pasa en todas partes.

Para que vean que también digo lo bueno. Disfruten del calorcito, sean abiertos, buenos, relájense y vivan libres. ¡Si se quiere, se puede!

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