“Sin vergüenza”
Hasta el día hoy esta palabra era para mí una palabra con un sentido totalmente negativo, hasta el punto que en ningún momento admitiría que me la aplicasen. Pero sucedió que, hoy, no sé quien, ni en qué programa de la televisión, alguien sin ningún escrúpulo se la aplicó a sí mismo, dando como motivos que era él quien lavaba los platos, tendía las camas, botaba la basura y no sé cuántas cosas más. Al escuchar esto mi forma de pensar cambió inmediatamente, porque estos son también los únicos oficios que me permiten realizar en los últimos años, ya que otros pueden resultar hasta peligrosos debido a mi avanzada edad.
Esto sirvió para que profundizara un poco sobre esta despreciable expresión en la cual jamás me había detenido a pensar. Lo primero que se me ocurrió fue encontrar el origen de la palabra vergüenza. No tuve dificultad alguna para recordar haber visto una alusión a ella en uno de los libros de la Biblia. Para comprobar lo sugerido por mi memoria, inmediatamente, valiéndome del mismo computador que estaba manejando, traté de encontrar dicha cita y la encontré en el libro del Génesis 3-7
Realmente para ser uno sinvergüenza como lo encuentro definido en el diccionario: “obrar o hablar sin respeto y con descaro” es cada día más difícil. Lo mismo que cometer un pecado mortal, porque difícilmente se cumplen las condiciones para que lo sea. Nos hemos vuelto indiferentes ante ciertas formas de descaro y sinvergüenzura, que muchas veces no se dan, simplemente por ser objeto de prohibiciones. Cuando hoy veo promocionar por televisión el día del desnudo en bicicleta. Ignoro cuándo es.
Carlos A. Hernández García carlos_alberti@hotmail.com