Cortinas de humo
Sorprenden y alarman los que interpretan los bombardeos del presidente Trump a instalaciones militares sirias como cortinas de humo. Unas costosas y ominosas cortinas de humo para distraer la atención de su país y del mundo, concentrados en algo más inofensivo que los misiles contra Siria. Según el parecer de los comentaristas, Trump no quiere que se siga informando sobre sus encuentros sexuales con Stormy Daniels o con Karen Mc Dougall; no por el pudor con que un tarambana esconde sus aventuras, sino porque, además de sátiro, está apareciendo como comprador de silencios.
Hay quien teme que esta combinación de bombardeos con frivolidades produzca un resultado semejante al que precipitó al mundo en la primera guerra mundial. Los millones de muertos de entonces fueron atribuidos a “la frivolidad de los gobernantes”. Hoy podría ocurrir lo mismo, sugiere James Comey, el exdirector del FBI en su libro “A higher loyalty”.
Sorprenden en este episodio, la diligencia de Trump para desaparecer las sábanas de sus excesos sexuales y la cara de escándalo de una sociedad que, en cuestiones de sexo ha derribado todas las barreras, como si el mundo estuviera sacudido en estos días por una insólita ola de puritanismo. La tentativa de encubrimiento pagado de Trump y la postiza reacción de escándalo son tan contradictorias como las máscaras de teatro que dicen una cosa y ocultan otra.
Ya había ocurrido con el presidente Clinton cuando el buen comportamiento de un gobernante se condicionó a sus buenas maneras con sus empleadas en materia de sexo. Entonces no fue tan evidente, como hoy con Trump, la cortina de humo.
Le daba vueltas a este asunto cuando leí las abundantes y monótonas reacciones frente al asesinato del equipo periodístico de El Comercio, de Quito. ¿Había aparecido otra cortina de humo?
Califiqué de monótonas las reacciones de gobernantes y gremios. ¿Notaron ustedes la reiterada referencia a la libertad de prensa? Desde luego, sí se atentó contra esa libertad; pero no fue el único atentado. ¿Alguien se ha preocupado por averiguar si esos tres trabajadores de la prensa tenían un seguro de vida que amparara a sus familias? También habría que averiguar para qué los habían enviado al lugar donde los secuestraron. ¿Con una intención política? ¿Destacar, por ejemplo, la desprotección de la zona fronteriza? ¿O la aparición de un grupo armado en ese lugar? ¿O los enviaron con la intención comercial de tener una historia excitante con potencial para elevar las ventas?
También pudo ser una intención de servicio público y de llamar la atención sobre el aislamiento de esa región fronteriza.
Si se despeja la cortina de humo de la retórica de libertad de prensa, se podrá saber si estos tres hombres murieron en vano y si sus vidas contaban en las compañías de seguros de su periódico. También se sabrá si la frivolidad de Trump nos está llevando a una nueva guerra.
Lo trivial y la trivialización que logran los lugares comunes son cortinas de humo que ocultan las realidades que no queremos ver.