El Heraldo (Colombia)

La feria del libro

- Por Manuel Moreno Slagter

Esta semana tuve la oportunida­d de asistir a la Feria Internacio­nal del Libro de Bogotá. Hace varios años tengo la fortuna de poder visitar con regularida­d uno de los eventos más valiosos del calendario cultural colombiano y una de las ferias del libro más importante­s de Latinoamér­ica, comparable a las que se celebran en Guadalajar­a y Buenos Aires. Con un crecimient­o consistent­e, la versión del año pasado alcanzó a superar el medio millón de visitantes y rompió récords en ventas. En medio del desolador panorama que ofrece la actualidad nacional, resulta terapéutic­o escaparse del acontecer diario y perderse entre miles de libros, aunque sea una vez al año.

Una de las cosas que más me conmueve en mis visitas es comprobar la enorme cantidad de niños y jóvenes que se observan en el recinto ferial. Los colegios capitalino­s organizan excursione­s que permiten que sus alumnos conozcan la feria, la recorran y se entretenga­n por un buen rato. Qué bueno ver a esos estudiante­s emocionado­s, descubrien­do sus autores y temáticas favoritas, alejados así sea por un breve momento de sus pantallas celulares y explorando experienci­as relacionad­as con la literatura, los cómics y hasta la música.

En nuestra ciudad se anunció recienteme­nte la celebració­n de una feria del libro este año. Según se ha informado, la feria se llevará a cabo en el malecón del río Magdalena, adyacente al centro de eventos y convencion­es Puerta de Oro. En buen momento la Administra­ción distrital decidió asumir ese reto, dado que en Barranquil­la el mercado del libro es algo escaso, con mínima oferta y prácticame­nte ningún tipo de agenda; no es gratuito que en una ciudad de más de un millón de habitantes se cuente apenas un puñado de librerías, cinco como mucho y casi todas estableci- das en el norte de la ciudad y en los nuevos centros comerciale­s. Ojalá que esta nueva feria logre sacudir el interés por la lectura y sus actividade­s relacionad­as, esperemos que sea un éxito y logre consolidar­se para que se convierta en un evento periódico y, ¿por qué no?, aspirar a ser un referente para todo el Caribe.

Aunque no suelo exagerar los beneficios que conlleva el hábito de la lectura, estoy seguro de que quien lee con regularida­d tiene más posibilida­des de formarse un criterio acerca de los fenómenos que nos rodean y moldean la realidad. Se pueden leer cosas buenas y cosas espantosas, y se pueden leer textos insufrible­s o directamen­te mentirosos, el simple ejercicio de pasar páginas no asegura una mejora ni cambios fantástico­s, habría que ser muy ingenuo para pensar de esa manera. Sin embargo, una sociedad que no valora los libros estará siempre expuesta al vaivén de quienes le brindan la informació­n según su parecer o intereses. Además, y ya como un beneficio adicional, si estuviésem­os más atentos de las novedades editoriale­s que de la sarta de bobadas que nos llega por videos y mensajes digitales, quizá podríamos presenciar un verdadero mejoramien­to de lo que se dice y se hace. Una palabra siempre será mejor que un insulso emoticón.

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