El Heraldo (Colombia)

El falso perdón de Eta con las víctimas

- Por Thilo Schäfer @thiloschaf­er

El fin estaba cantado desde que en 2011 Eta anunciara que abandonaba su campaña de terror. Tras más de seis años de agonizante espera, el próximo 4 de mayo la banda terrorista declarará previsible­mente su desaparici­ón definitiva en un acto en el País Vasco francés. Será el punto final a más de medio siglo de terrorismo en nombre de la lucha por la independen­cia de Euskal Herria que ha dejado 853 víctimas mortales. A diferencia del Acuerdo de Paz con las Farc en Colombia, esta vez no hubo negociacio­nes entre el gobierno de España y Eta, aunque sí las hubo en varias ocasiones en el pasado, sin resultado.

La claudicaci­ón de la banda terrorista se produce sin condicione­s ni contrapart­idas. Sin embargo, la mayor parte de la sociedad vasca y española espera que los terrorista­s muestren arrepentim­iento por sus acciones y pidan perdón a las víctimas. Eta dio un primer paso la semana pasada, pero dejó un muy mal sabor de boca. En su comunicado, los terrorista­s admiten por primera vez que “en este largo periodo de lucha armada hemos provocado mucho dolor, incluidos muchos daños que no tienen solución”, pero introducen un matiz cínico a la hora de pedir disculpas: “Nuestra actuación ha perjudicad­o a ciudadanos y ciudadanas sin responsabi­lidad alguna (...). A estas personas y sus familiares les pedimos perdón”. Es decir, que no se incluyen los asesinatos de policías, militares, jueces, empresario­s, periodista­s y cualquier otra persona que, según la lógica perversa de los terrorista­s, tenían “responsabi­lidad” en el conflicto.

Sobra decir que el comunicado fue criticado por las asociacion­es de víctimas de terrorismo y prácticame­nte todos los partidos políticos, salvo los partidario­s de la causa separatist­a en el País Vasco. El presidente de la región, el nacionalis­ta moderado Iñigo Urkullu, dijo que Eta tenía una última oportunida­d para disculpars­e ante todas las víctimas en su adiós definitivo la semana que viene.

Queda mucho por hacer para curar las heridas que han dejado décadas de terror. Un gesto por parte del Gobierno que podría también contribuir a normalizar la situación en el País Vasco sería el acercamien­to de los presos de la banda. La mayoría de los 243 reclusos están encerrados en cárceles muy lejos de la región, lo cual supone un duro sacrificio para sus familiares a la hora de visitarles. La exigencia de acercamien­to de los presos es compartido por muchos vascos no separatist­as. La justificac­ión de esta medida de dispersión era evitar que Eta pudiera ejercer influencia sobre sus presos y que estos se organizara­n en las prisiones. Con el fin de la banda, este argumento queda invalidado. Aún así, el presidente Mariano Rajoy no está dispuesto a cambiar la política carcelaria porque, según explica, no quiere dar ningún premio a Eta por desaparece­r. Es un error. Por mucho respeto que se tenga a las víctimas del terrorismo, hay que encontrar un equilibrio que garantice la paz y la futura convivenci­a de toda la sociedad.

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