Radiografía de los escenarios culturales de Barranquilla
Cuatro importantes espacios de las artes están cerrados, hay obras detenidas y todo un debate alrededor de esta hora cultural ‘crítica’. ¿Cómo salvarlos?
Algunos de los escenarios culturales en Barranquilla atraviesan por una ‘mala hora’. La ciudad tiene a un emblemático teatro Amira de la Rosa, al Museo Cultural del Caribe, al teatro de Bellas Artes y al Museo Romántico cerrados, así como las obras del Museo de Arte Moderno detenidas. Esta coyuntura ha golpeado el corazón de los amantes de las artes y ha encendido el debate a su alrededor. ¿Por qué ocurre?, ¿cómo salvarlos? y ¿cómo hacerlos sostenibles? son algunos de los cuestionamientos que se hacen la academia, la administración y el gremio de gestores culturales. Justo a eso ha dado lugar el estado crítico de estos espacios. Para reflexionar y decidir en pro de la vida cultural.
La palabra cultura, cabe decirlo, viene del latín cultūra y es definida, por lo menos por la Real Academia Española de la Lengua, como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época y grupo social.
“La cultura no solo es edificios y monumentos, también es gente. La cultura está en esa gente que desea disfrutar de espacios para música, libros, representaciones teatrales, cine, gastronomía. La cultura no es algo pequeñito, es toda la vida humana”, es una de las conclusiones que realiza la academia. Las declaraciones las hace el rector de la Universidad del Norte, Jesús Ferro Bayona, luego de uno de los encuentros privados en los que se ha realizado una radiografía a los escenarios culturales en la ciudad.
EL DIAGNÓSTICO. Barranquilla tiene al menos 41 escenarios culturales, entre museos, teatros, bibliotecas, galerías y auditorios, según un listado suministrado por la Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo (ver mapa). Tres de ellos sufren por el deterioro en su estructura, una problemática en común que los ha arrastrado hasta su propio cierre.
El Teatro Amira de la Rosa bajó su telón hace un año y nueve meses, luego de que un estudio contratado por el Banco de la República revelara que la edificación, además de ser “vulnerable”, no cumplía con las normas sismorresistentes, por lo que no se garantizaba la seguridad de nadie.
En cuanto a Bellas Artes, el edificio fue cerrado hace dos meses tras el colapso del techo del salón Pedro Biava, apenas una muestra de la desidia en la que ha caído, puesto que antes –18 de junio de 2017– ya había sufrido por la caída del techo en el área de Licenciatura de Música.
La suerte del Parque Cultural del Caribe, que guarda el primer museo regional de Colombia, tampoco es envidiable. El escenario cultural enfrenta una crisis econóque mica que ha puesto en riesgo su operación por el deterioro y la falta de mantenimiento, especialmente en su sistema de aire acondicionado.
A esto se le suma el futuro incierto del Museo Romántico, que lleva décadas luchando para no desaparecer. Hace 15 días fue cerrado tras nuevos achaques de salud del historiador Alfredo De la Espriella, quien junto a su esposa Gloria De la Espriella sostiene un lugar al que, según considera ella, “le han dado la espalda”.
“Es lo más triste de este mundo. Barranquilla le ha dado la espalda a este museo y a nadie le importa”, señala De la Espriella.
Para cerrar la ‘mala hora’, las obras del nuevo Museo de Arte Moderno de Barranquilla están detenidas desde el 31 de diciembre de 2017 porque no han sido girados los $9 mil millones necesita para la segunda etapa del proyecto.
EL PÚBLICO. Durante los distintos conversatorios, encuentros y debates, creados para encontrar soluciones, el secretario de Cultura Juan José Jaramillo ha defendido un discurso enfocado en que “Barranquilla tiene una movida cultural muy grande, pero no todos se mueven por la cultura”.
“Son muchos los que no apoyan. Nada hacemos trayendo grandes espectáculos si solo estamos pensando en conseguir la boleta gratis”, aseguró el funcionario. Eso, en otras palabras, es construir públicos.
“No se trata de edificios y monumentos, la cultura se hace con la gente y para la gente. Para eso existen y se pueden crear espacios alternos. Eso es lo que hay que seguir haciendo mientras algunos escenarios salen de su estado de deterioro”, es la consigna de Ferro Bayona.
En esa idea han coincidido los gestores culturales, la academia y las administraciones distrital y departamental. Su discusión, podría decirse, ha estado centrada en dos vertientes: infraestructura y administración.
LA INFRAESTRUCTURA. Sobre este tema se ponen en relieve la necesidad de crear espacios de calidad y de tener una planificación cultural. Es decir, que los escenarios culturales de la ciudad puedan ampliar su radio de influencia para que su funcionalidad no dependa de la edificación misma, sino que, por ejemplo, tengan la posibilidad de relacionarse con el espacio público a su alrededor.
“Esta ciudad puede cambiar. Estas infraestructuras, que son urbanas pero también culturales, nos dan un sello de identidad. Un ejemplo de esto es el museo de Bilbao, la infraestructura, el museo mismo es la gran obra”, comentó Carlos Velásquez, director del Centro de Estudios Urbano Regionales.
Para eso, consideró, se necesita una visión del sector cultural. “Hay que tener una visión transversal al desarrollo, multiescalar, multisectorial, multitemporal, un mapeo de actores y tableros de control. Hay que hacerle control y seguimiento riguroso a los escenarios para regular inversiones y focalización. Eso se llama planificación estratégica”, explicó Velásquez.
LA ADMINISTRACIÓN. Para que los espacios culturales de la ciudad no decaigan, estos deben ser “sostenibles”, para lo cual una buena administración y un correcto financiamiento resultan piezas claves.
Así lo destacó la secretaria de Cultura del Atlántico, María Teresa Fernández, quien motivó a una participación mixta (pública y privada) que permita blindarlos de los ires y venires propios de los cambios de administración.
“Debe haber una participación del sector público y privado que se compadezca con la inversión que se necesita hacer en los escenarios culturales. Como departamento, legalmente no estamos en la facultad de inyectar dineros al Parque Cultural, por ejemplo. De allí surge la necesidad de estudiar la opción de alianza público-privada”, expresó la funcionaria. Esa propuesta incluye y se traduce en compromisos formales mediante exenciones tributarias y búsqueda de aliados interinstitucionales.
“La primera tarea es definir los productos culturales, tener una cartografía de todo lo que se ofrece, tenerlos caracterizados, saber qué necesita de financiamiento público y qué de privado. Eso es ver si lo que tenemos podemos ofertarlos. Luego entonces, crear capital de consumo cultural. Es decir, no solo contar las personas que van a los escenarios, sino saber lo que hacen con ese consumo”, sugirió Sandra Rodríguez, directora del departamento de Economía de la Universidad del Norte.
Así, entre propuestas, ideas, los interesados en cambiar el presente de algunos espacios culturales, animan a un fortalecimiento “de todos”.
“Si algo les puedo asegurar es que toda esta crisis nos ha hecho fuertes. Estamos trabajando más para encontrar las soluciones. La idea es no atropellar sino hacer equipo”, sostuvo el secretario de Cultura, Juan J. Jaramillo.