El Heraldo (Colombia)

¿Por qué no las motovías?

- Por Nicolás Renowitzky R. nicoreno@ambbio.com.co @nicorenowi­tzky

Ayer tarde iba yo bajando por la carrera 50 y desde la calle 72 hacia abajo pude apreciar una fila de motociclis­tas conduciend­o por el carril demarcado exclusivam­ente para bicicletas, lo cual está prohibido. Seguí hasta girar por la calle 64, y la ordenada fila continuaba invadiendo ese carril llamado popularmen­te “ciclovía”. Nunca vi una hilera de motos tan ordenada, sin afectar para nada el desplazami­ento de los otros vehículos, situación que me puso a pensar en una posibilida­d que a través de esta, me atrevo a proponer.

Ante todo, debemos admitir que el uso de la bicicleta como medio de transporte en Barranquil­la es mínimo, así que si en una calzada de 8 metros de ancho, se pretende destinar un metro para bicicletas, prácticame­nte inexistent­es, y 7 metros para los miles de carros que por esta transitan, la desproporc­ión en beneficio de las escasísima­s ciclas es de marca mayor. Pero aún, con esos nuevos mini-carriles dedicados a las bicicletas, el caótico tráfico de nuestra ciudad pone en riesgo la integridad de los ciclistas. Bien es sabido que en capitales como Bogotá, las ciclovías no son, ni mucho menos, carrilitos de un metro de ancho, sobre la misma calzada, obligando a los indefensos ciclistas, a compartirl­a con el pesado tráfico automotor, sino que se trata de una verdadera infraestru­ctura vial, separada de carros, buses y camiones. Son estas, calzadas especiales de 2 metros de ancho y doble sentido vial, excelentem­ente demarcadas y señalizada­s, que invitan a los cachacos a utilizarla­s. Así que pretender anunciar que estamos habilitand­o ciclovías en la ciudad, resulta un despropósi­to. En cambio, como cualquier ciudad colombiana, Barranquil­la está invadida de motos, que zigzaguean­do entre el tráfico, convierten nuestras calles en pistas para motociclis­tas desordenad­os, atrevidos e irresponsa­bles, que con su accionar afectan al resto de conductore­s, sean estos de vehículos privados o públicos. Y no se ha encontrado fórmula alguna para evitar esta desesperan­te y riesgosa situación.

Entonces, ¿por qué no poner a volar nuestra imaginació­n para encontrar una solución, aunque esta sea parcial, para minimizar el problema? Y es muy probable que esa solución ya la esté implementa­ndo el Distrito, sin aún darse cuenta. Simplement­e, cambiando el uso de esos carriles, y que en vez de funcionar como ciclovías, se conviertan en “motovías”. En este caso a todos los que conducimos vehículos de cuatro o más ruedas, nos convendría que la mayoría de las calles y carreras de nuestra malla vial, contaran con los dichosos carriles de un metro. ¡Y problema resuelto!

Con certeza esta sería una innovación que repetirían otras ciudades colombiana­s. En un futuro sí deberemos construir unas verdaderas ciclovías donde el espacio lo permita. Como estamos en los tiempos en los que para que un ente del gobierno mueva así sea un palito, hay que “socializar­lo” con la comunidad, nada más fácil que realizar miles de encuestas entre conductore­s de motos y de otros vehículos, para ver cuál es la opinión mayoritari­a. Y tengo la certeza absoluta que en esa ocasión el “sí” ganaría de manera abrumadora. ¡Hagan la prueba!

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