El Heraldo (Colombia)

La Madonna

- Por Claudia Ayola @ayolaclaud­ia ayolaclaud­ia1@gmail.com

Hace muchos años conocí a la Madonna en Maicao. Por aquellos días llegué a La Guajira a hablar sobre discrimina­ción y prejuicios. Estuve trabajando en Riohacha y en Uribia, pero de todo el basto y heterogéne­o territorio, me pareció Maicao una suerte de Torre de Babel. Entre el asfalto, el comercio, el sol y el ruido, en un salón en el centro me reuní con maestros y activistas de los derechos sexuales. Ahí la vi por primera vez, en mi mala memoria se fijó la dulzura de su voz, con una cadencia tierna y firme, como un abrazo en la casa materna, como una mano que te han dado siempre, era generosa y segura. Una mujer trans en uno de los tantos rincones machistas del mundo, rodeada por la hostilidad de un territorio fronterizo, de intercambi­o, en el que todo el mundo camina rápido y hay hombres de miradas hostiles.

La Madonna, sin embargo, sobrevivía allí, se enfrentaba todos los días a la tiranía del patriarcad­o y no contaba con el anonimato que generan las grandes ciudades ni con las pretension­es de hípster mezclados con turistas alternativ­os. Maicao puede ser tan conservado­ra como le da la gana, por eso me costaba descifrar a la Madonna. Cómo sobrevivía, cómo podía, cómo parecía feliz, cómo se movía tan pausada, con ese toque señorial que generaba respeto. Cuando me despedí me la traje en la mente. Por años pensé en ella. A veces coincidía con alguien que me conocía y me llegaban sus saludos. La volví a ver en un capítulo de la serie Crónicas translocad­as con el escritor Jhon Better. Allí estaba, justo como la recordaba. Contó por qué llevaba el nombre de la estrella de la música pop, contó sobre su niñez, contó quién había sido su madre y su padre, cómo viajó a estudiar a Barranquil­la y conoció a otras chicas trans y cómo llegó vestida como mujer a su natal Maicao, cómo se ganaba la vida como comerciant­e, cómo la han discrimina- cómo la han violentado y cómo se convirtió en una reconocida lidereza en la prevención del VIH.

Como la Madonna, mujeres trans de todo el país la tienen difícil. Ser mujer en Colombia te exige derribar un muro todos los días, enfrentar el acoso callejero, la violencia doméstica, los desequilib­rios cotidianos. Ser mujer trans es aún mucho más difícil en un mundo heteronorm­ativo y mezquino. Los prejuicios les niegan las oportunida­des, les cierran las puertas de la escuela, de la propia familia y se dificulta el acceso a trabajos dignos.

En Colombia estamos rezagados en el cumplimien­to de unos mínimos derechos a las personas trans y las próximas votaciones no están ajenas a este tema. Entre los dos candidatos a la segunda vuelta, hay uno que incluye abiertamen­te una política de garantías de los derechos de las personas diversas sexualment­e, y hay otro que va a cogobernar con Alejandro Ordóñez, el exprocurad­or que tuvo cooptada la Procuradur­ía para hacer de las personas Lgbti ciudadanos de segunda categoría. Yo sí espero que mujeres como la Madonna puedan tener derecho a una Colombia más humana. Este es el momento de castigar con el voto las injusticia­s de Ordoñez y Vivian Morales, y el momento de soñar con un país más respetuoso e incluyente.

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