Al mismo tiempo
Petro está en segunda vuelta. A pesar de su visión arcaica de la sociedad y de vivir del resentimiento social y de la demagógica palabra “desigualdad”, una parte de la población se dejó convencer por su metro en el aire y por la construcción de 5 colegios durante su capitalina alcaldía. Tris- te pero real constato. Imagínense si hubiese construido 10 colegios.
Petro está crecido porque realza los ejes de enfrentamientos, la lucha de clases y las trincheras ideológicas. A pesar de quererse mostrar como moderado en estos últimos días, Petro estigmatiza el libre mercado y culpa a las élites económicas de todos los males. Ve al empresario como el enemigo y pretende que lo público invada a lo privado. Con Petro, el individuo busca ejercer sus derechos caídos del cielo, sin saber que los derechos se crean primero desde el intercambio de obligaciones en el marco del contrato social de Rousseau.
Lo bueno es que actualmente está surgiendo un fenómeno mundial, liderado por Macron o Trudeau, políticos jóvenes y libres de ataduras, que busca transmitir lo siguiente: solo sopesando las ideologías es que se logra encontrar el centro de la razón. La fuerza de esta nueva generación es la de materializar la ya famosa fórmula “al mismo tiempo” de Macron, que no es ni más ni menos que la combinación de las ideas de izquierda y “al mismo tiempo” las de derecha en un centro balanceado, moderno y globalizado, pero fuerte frente a los intolerantes y totalitarios.
Duque se enmarca en esta tendencia que se antepone a Petro y que propone que el futuro esté en el centro: hay que enlazar y sacar lo mejor de todos y sobrepasar las anacrónicas visiones de izquierda y derecha. Sí, hay que indignarse contra las injusticias, pero “al mismo tiempo” hay que actuar conforme a la realidad humana y proponer soluciones equilibradas. No podemos convertir de un día para otro a Ecopetrol en aguacatera, pero sí podemos incitar la diversificación de nuestra matriz energética hacia las energías renovables y reducir nuestra dependencia fiscal frente a la economía extractiva, como ejemplo. De ahí la necesidad de pasar a la “IndignAcción” que retoma un poco la premisa de Kennedy: “no preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregunta lo que tú puedes hacer por tu país.
No seamos ese pueblo petrista que espera que los cambios vengan desde arriba, desde el Estado como vaca lechera. Seamos más bien ese pueblo proactivo que tiene la fuerza de cambiar su entorno. Para eso tenemos que reforzar las libertades individuales promoviendo el emprendimiento, dándole las mismas oportunidades a todos los ciudadanos a partir de una educación eficiente, despolitizada y conectada con las necesidades del mercado laboral de mañana. A mitad del siglo pasado, cuando Camus le decía a Sartre “si la verdad estuviese a la derecha, para allá me iría yo”, lo que realmente estaba diciendo es que las posiciones ideológicas son secundarias, el objetivo es irse hacia el centro de la verdad.