¿ADIÓS AL BLOQUE COSTEÑO?
Nunca antes la Región Caribe había tenido tantos congresistas, pero tampoco nunca antes habían estado tan desprestigiados.
Hubo un tiempo en que los congresistas elegidos por la Región Caribe tenían peso específico en Bogotá. Tocaban y abrían puertas. Y no solo las de la Casa de Nariño -o las del Palacio de San Carlos, como se llamó la antigua residencia presidencial, que ocupó el edificio de la actual Cancillería en el tradicional barrio de La Candelaria- sino la de los distintos ministerios e institutos descentralizados. Los congresistas costeños tenían poder y lo ejercían. El llamado Bloque Costeño tenía voz de mando en Bogotá, porque elegía contralor General de la República y procurador General de la Nación, dos cargos tan apetecidos antes como hoy. En aquellos años no se podía ser contralor o procurador si no se tenía el visto bueno del Bloque Costeño.
El poder del llamado Bloque Costeño tenía poco que ver con la cantidad de los senadores y representantes elegidos. Su influencia estaba determinada por el dominio de los temas y la unidad a la hora de asumir posturas en beneficio de la Región.
Pero los tiempos cambiaron de manera drástica. El presente poco o nada tiene que ver con el pasado. El 20 de julio se posesionaron 30 senadores oriundos del Atlántico, Córdoba, Bolívar, César, Magdalena y Sucre, pero ello no significa que tendrán la capacidad de influencia que tuvieron quienes los antecedieron en sus cargos. De hecho, el único que alcanzó un cargo en la mesa directiva del Senado fue Eduardo Pulgar, elegido como primer vicepresidente.
De manera que el retiro del senador conservador Roberto Gerlein -quien este 20 de julio no volvió al Congreso, después de ocupar una curul por más de cinco décadas- es también la extinción del poder influyente del Bloque Costeño. La ausencia definitiva de Gerlein en el Senado significa también el fin de aquella época en la que las voces y los votos de los congresistas de la Región Caribe definían la suerte del país en general y de la Costa en particular.
La mejor muestra de los nuevos tiempos y de la decadencia del poder del Bloque Costeño es que la “heredera política” de Gerlein, la ex representante a la Cámara Aída Merlano, está presa por comprar votos, entre otros delitos. A ella se le aplicará la figura de la “silla vacía”, lo que significa que el Partido Conservador perderá la curul que por tanto tiempo ocupó Roberto Gerlein, el último de los integrantes del poderosísimo Bloque Costeño.
El Bloque Costeño no servía única y exclusivamente para nombrar y desnombrar a sus recomendados en ministerios y organismos de control, como piensan de forma equivocada sus detractores. El Bloque Costeño defendía los intereses de la Región Caribe y también los del país. El propio Gerlein fue uno de los congresistas más eficaces y eficientes a la hora de hacerle control político al gobierno de Julio César Turbay a mediados de los 70, cuando el entonces presidente impuso el tristemente célebre “Estatuto de Seguridad”. Fue Gerlein quien denunció muchos de los desafueros y abusos de la Fuerza Pública en contra de los dirigentes de izquierda y los intelectuales de la época, entre ellos el poeta Luis Vidales. En los archivos del Senado puede escucharse su voz, junto a la del excanciller Alfredo Vásquez Carrizosa y a la del dirigente del Partido Comunista Gilberto Viera, denunciando al Gobierno por pretender instaurar en Colombia el llamado “delito de opinión”.
Gerlein hizo parte de la lista de “presidenciables” del Partido Conservador y de la Región Caribe durante los 80 y los 90, gracias a su desta- cada labor como congresista, la misma que después se vio opacada por escándalos, como sus agresiones verbales a varias de sus colegas en el Senado de la República, entre ellas Vivianne Morales y Piedad Córdoba.
Pero también hubo muchos proyectos regionales que salieron adelante por el trabajo mancomunado del Bloque Costeño, como ocurrió con la construcción de la represa de Urrá, gracias a la gestión del senador cordobés Salomón Náder, cuya voz en la Comisión Quinta del Senado era escuchada con mucha atención. Entre los últimos logros del Bloque Costeño se destacan la reglamentación de la Corporación Río Grande de la Magdalena (Cormagdalena) y la creación del Fondo Nacional de Regalías, que han significado mayores beneficios para la Región.
Y en lo que tiene que ver con los asuntos de mecánica política, la presidencia del Congreso para un costeño, por ejemplo, no se sometía a debate o discusión, al igual que los cargos de las mesas directivas de las distintas comisiones. Y esos logros se traducían posteriormente en iniciativas y proyectos que terminaban favoreciendo a la Región Caribe. No eran meros asuntos protocolarios u honoríficos. Un presidente del Senado o de la Cámara tiene la facultad discrecional de organizar buena parte de la agenda y ello le permite priorizar asuntos, decisión que “hunde” o “salva” muchas iniciativas. Igual ocurre en las distintas comisiones. ¿Cuál debería ser la agenda de los congresistas de la Región Caribe y qué papel desempeñarán durante el gobierno de Iván Duque?