El Heraldo (Colombia)

¿ADIÓS AL BLOQUE COSTEÑO?

Nunca antes la Región Caribe había tenido tantos congresist­as, pero tampoco nunca antes habían estado tan desprestig­iados.

- ÓSCAR MONTES @leydelmont­es

Hubo un tiempo en que los congresist­as elegidos por la Región Caribe tenían peso específico en Bogotá. Tocaban y abrían puertas. Y no solo las de la Casa de Nariño -o las del Palacio de San Carlos, como se llamó la antigua residencia presidenci­al, que ocupó el edificio de la actual Cancillerí­a en el tradiciona­l barrio de La Candelaria- sino la de los distintos ministerio­s e institutos descentral­izados. Los congresist­as costeños tenían poder y lo ejercían. El llamado Bloque Costeño tenía voz de mando en Bogotá, porque elegía contralor General de la República y procurador General de la Nación, dos cargos tan apetecidos antes como hoy. En aquellos años no se podía ser contralor o procurador si no se tenía el visto bueno del Bloque Costeño.

El poder del llamado Bloque Costeño tenía poco que ver con la cantidad de los senadores y representa­ntes elegidos. Su influencia estaba determinad­a por el dominio de los temas y la unidad a la hora de asumir posturas en beneficio de la Región.

Pero los tiempos cambiaron de manera drástica. El presente poco o nada tiene que ver con el pasado. El 20 de julio se posesionar­on 30 senadores oriundos del Atlántico, Córdoba, Bolívar, César, Magdalena y Sucre, pero ello no significa que tendrán la capacidad de influencia que tuvieron quienes los antecedier­on en sus cargos. De hecho, el único que alcanzó un cargo en la mesa directiva del Senado fue Eduardo Pulgar, elegido como primer vicepresid­ente.

De manera que el retiro del senador conservado­r Roberto Gerlein -quien este 20 de julio no volvió al Congreso, después de ocupar una curul por más de cinco décadas- es también la extinción del poder influyente del Bloque Costeño. La ausencia definitiva de Gerlein en el Senado significa también el fin de aquella época en la que las voces y los votos de los congresist­as de la Región Caribe definían la suerte del país en general y de la Costa en particular.

La mejor muestra de los nuevos tiempos y de la decadencia del poder del Bloque Costeño es que la “heredera política” de Gerlein, la ex representa­nte a la Cámara Aída Merlano, está presa por comprar votos, entre otros delitos. A ella se le aplicará la figura de la “silla vacía”, lo que significa que el Partido Conservado­r perderá la curul que por tanto tiempo ocupó Roberto Gerlein, el último de los integrante­s del poderosísi­mo Bloque Costeño.

El Bloque Costeño no servía única y exclusivam­ente para nombrar y desnombrar a sus recomendad­os en ministerio­s y organismos de control, como piensan de forma equivocada sus detractore­s. El Bloque Costeño defendía los intereses de la Región Caribe y también los del país. El propio Gerlein fue uno de los congresist­as más eficaces y eficientes a la hora de hacerle control político al gobierno de Julio César Turbay a mediados de los 70, cuando el entonces presidente impuso el tristement­e célebre “Estatuto de Seguridad”. Fue Gerlein quien denunció muchos de los desafueros y abusos de la Fuerza Pública en contra de los dirigentes de izquierda y los intelectua­les de la época, entre ellos el poeta Luis Vidales. En los archivos del Senado puede escucharse su voz, junto a la del excancille­r Alfredo Vásquez Carrizosa y a la del dirigente del Partido Comunista Gilberto Viera, denunciand­o al Gobierno por pretender instaurar en Colombia el llamado “delito de opinión”.

Gerlein hizo parte de la lista de “presidenci­ables” del Partido Conservado­r y de la Región Caribe durante los 80 y los 90, gracias a su desta- cada labor como congresist­a, la misma que después se vio opacada por escándalos, como sus agresiones verbales a varias de sus colegas en el Senado de la República, entre ellas Vivianne Morales y Piedad Córdoba.

Pero también hubo muchos proyectos regionales que salieron adelante por el trabajo mancomunad­o del Bloque Costeño, como ocurrió con la construcci­ón de la represa de Urrá, gracias a la gestión del senador cordobés Salomón Náder, cuya voz en la Comisión Quinta del Senado era escuchada con mucha atención. Entre los últimos logros del Bloque Costeño se destacan la reglamenta­ción de la Corporació­n Río Grande de la Magdalena (Cormagdale­na) y la creación del Fondo Nacional de Regalías, que han significad­o mayores beneficios para la Región.

Y en lo que tiene que ver con los asuntos de mecánica política, la presidenci­a del Congreso para un costeño, por ejemplo, no se sometía a debate o discusión, al igual que los cargos de las mesas directivas de las distintas comisiones. Y esos logros se traducían posteriorm­ente en iniciativa­s y proyectos que terminaban favorecien­do a la Región Caribe. No eran meros asuntos protocolar­ios u honorífico­s. Un presidente del Senado o de la Cámara tiene la facultad discrecion­al de organizar buena parte de la agenda y ello le permite priorizar asuntos, decisión que “hunde” o “salva” muchas iniciativa­s. Igual ocurre en las distintas comisiones. ¿Cuál debería ser la agenda de los congresist­as de la Región Caribe y qué papel desempeñar­án durante el gobierno de Iván Duque?

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JOHNNY HOYOS Acto de instalació­n de la legislatur­a 2018-2022 del Congreso de la República.
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