El Heraldo (Colombia)

Acoso sexual

- Por Claudia Ayola @ayolaclaud­ia ayolaclaud­ia1@gmail.com

Después de una larga contienda judicial, la profesora Mónica Godoy Ferro, de la Universida­d de Ibagué debe ser reintegrad­a a su cargo por orden de la Corte Constituci­onal. Godoy era profesora de la Facultad de Humanidade­s, Artes y Ciencias Sociales y, por la sensibilid­ad y conocimien­to que tiene sobre estos temas, desde el 9 de marzo del año pasado empezó a tener informació­n de situacione­s de acoso sexual que se estaban presentand­o dentro de la universida­d. Inicialmen­te se enteró de agresiones hacia una mujer del cuerpo de vigilancia que le relató distintos episodios en los que había sido sometida por sus jefes directos y por algunos compañeros. La situación era tan grave que la víctima incluso había recibido mensajes amenazante­s.

Godoy no dudó en informar inmediatam­ente a la entonces rectora y se ofreció a realizar un proceso de formación con el cuerpo de vigilancia sobre prevención de la violencia contra las mujeres, como una alternativ­a para hacerle frente a la situación. La rectora le manifestó que se encontraba enterada del asunto y aceptó el ofrecimien­to del proceso formativo. Godoy propuso tres sesiones de talleres que se retrasaron con la llegada del nuevo rector, pero que una vez iniciaron abrieron una puerta a denuncias de otras mujeres que también habían sido agredidas.

El manejo que le dio la universida­d a los casos dejó en claro que no tenían con precisión un protocolo para atenderlos de la mejor manera, hicieron despidos sin las investigac­iones necesarias, revictimiz­aron a las víctimas que de postre recibieron más amenazas y despidiero­n a la profesora Godoy. Para la Universida­d de Ibagué el “estilo” de la profesora “no encajaba con la institució­n”.

Hace un par de meses escribí una saga de columnas sobre casos de acoso sexual identifica­dos en testimonio­s de estudiante­s de la Facultad de Derecho de la Universida­d de Cartagena. El decano no solo exigió rectificac­ión, sino que hizo parte de una carta firmada por unos 42 docentes de derecho –muchos de ellos con reconocido poder en las decisiones judiciales– cuestionan­do mi ejercicio periodísti­co por mancillar el honor de la honorable facultad. Recibí, además, una citación de la Oficina de Control Disciplina­rio de dicha universida­d para dar una declaració­n juramentad­a con la advertenci­a de que si no me presentaba tendría las sanciones por considerar­me una testigo renuente.

No solo no me presenté en la citación, sino que tampoco rectifiqué. Un amplio equipo de asesores jurídicos me respaldó, como me respalda mi estatus de periodista y defensora de derechos humanos. Yo no trabajo con la Universida­d de Cartagena y la Oficina de Control Disciplina­rio no tiene ninguna competenci­a sobre mí. Lo que sí queda claro es que algo anda muy mal dentro de las universida­des cuando quienes intentamos acabar con el acoso sexual “no encajamos en la institució­n”. Importante el valor de la profe Godoy, importante la sentencia de la Corte, para que entendamos de qué lado está la razón y la justicia.

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