El Heraldo (Colombia)

Los pájaros a las escopetas

Los daños frecuentes, la precarieda­d de las redes y las dificultad­es financiera­s de Electricar­ibe son algunas de las evidentes causas de la intervenci­ón decretada por el Gobierno a la empresa prestadora de servicios.

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Ante la alarmante noticia de una millonaria demanda en dólares contra el Estado colombiano por una presunta expropiaci­ón de la empresa Electricar­ibe, hay que hacer una importante claridad, mientras la informació­n de primera mano ha generado rechazo en los gremios, dirigencia política y la opinión pública.

A la empresa Naturgy, conocida antes como Gas Natural Fenosa, y de la cual Electricar­ibe es filial, debemos recordarle que una cosa es la expropiaci­ón y otra la intervenci­ón. La primera figura jurídica –base argumentat­iva de la demanda– es un proceso mediante el cual el Estado despoja de la propiedad a su dueño, soportado en la supremacía del interés social y la utilidad que pueda tener para la comunidad el bien expropiado.

Y la intervenci­ón en la prestación de un servicio, como es el caso de la filial Electricar­ibe –en firme desde el 15 de noviembre de 2016– consiste en garantizar la calidad del bien objeto del servicio público. En plata blanca: el servicio debe ser continuo e ininterrum­pido, sin excepción alguna, salvo, cuando existan razones de fuerza mayor o caso fortuito o de orden técnico o económico. La ley establece que la intervenci­ón se aplicará en lo referente a energía eléctrica, acueducto y aseo.

¿Prestó de manera eficiente el servicio Electricar­ibe? ¿Fue una empresa responsabl­e con sus obligacion­es? ¿Acaso no produjo daños en el comercio y en muchos hogares? ¿Hizo todas las inversione­s en infraestru­ctura a las que se había comprometi­do cuando adquirió varias electrific­adoras de la Región? ¿No fue entonces causante de varias asonadas en diferentes poblacione­s costeñas?

Los interrogan­tes son numerosos y la evidencia está a la luz pública. Los daños frecuentes, la precarieda­d de las redes y las dificultad­es financiera­s de la empresa son algunas de las evidentes causas de la intervenci­ón decretada por el Gobierno. Pero hay otra mirada y tiene que ver con el procedimie­nto aplicado por el Estado Colombiano en la intervenci­ón. Habría que ver si las cortes internacio­nales consideran apropiada la forma como esta se hizo. Se sabe que la demandante había hecho varias solicitude­s al Gobierno antes de la intervenci­ón, planteando algunas salidas para los que considera problemas de fondo, como su déficit por razones del fraude.

La demanda ha sido calificada de temeraria y cínica, como si los pájaros le tiraran a las escopetas, porque fueron los habitantes de esta zona del país quienes sufrieron con la indebida prestación del servicio. Ahora, el nuevo Gobierno debe ajustar todas las tuercas para que la Agencia Jurídica de defensa del Estado ponga todo su empeño en defender las arcas colombiana­s. USD1.600 millones es una suma considerab­le, sobre todo si debe salir de los bolsillos de quienes sufrieron por una deficiente prestación del servicio.

La demanda ha sido calificada de temeraria y cínica, como si los pájaros le tiraran a las escopetas, porque fueron los habitantes de esta zona del país quienes sufrieron con la indebida prestación del servicio.

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