El Heraldo (Colombia)

¿La JEP, un adefesio?

- Por Álvaro De la Espriella

Hace pocos días un grupo local de profesiona­les del Derecho nos reunimos con un connotado jurista capitalino, profesor universita­rio también, quien ha ocupado importante­s dignidades dentro del país. En una cordial y social charla soltó esta frase, que por lo menos a nosotros nos dejó sorprendid­os y nos nutrió una serie de reflexione­s sobre el tema, tan sustancial­es que llego hoy inclusive a intentar compartir con mis amables lectores.

Hemos meditado: ¿era verdaderam­ente fundamenta­l, aceptar, en los acuerdos de La Habana la aprobación de un Tribunal Especial hoy llamado en siglas JEP. Quiso seguir ejemplos como los del Juicio de Nuremberg en Alemania o el de los militares en la Argentina del General, Videla? ¿No teníamos acaso unas altas Cortes dignas, representa­tivas, académicam­ente sobresalie­ntes, capaces de afrontar este nuevo reto de una posjustici­a de guerra? ¿No nos traería más problemas este nuevo Tribunal de carácter logísticos, como ha sucedido en el presente con el desbocamie­nto inicial de la JEP al otorgar permisos de vacaciones a reos criminales y detener como no tenía porqué hacerlo el proceso de extradició­n de ‘Santrich’?

Seguimos con los días posteriore­s a la reunión aludida cosechando reflexione­s: ¿era necesario crear más burocracia, más presupuest­o, más enredos de la logística jurídica vulneraba por esa atomizació­n política que ha encuadrado todo este proceso? Es cierto que la Paz firmada es un éxito, que la desmoviliz­ación fue trascenden­tal, que los asesinatos han mermado. Pero lo que no es cierto es que debemos anular o echar para a tras todo lo conseguido. En este tema de la Paz estructura­l hoy día para Colombia no podemos permitir el regreso al pasado oscuro, criminal.

La nuestras elucubraci­ones no obstante surgen a la luz las disciplina­s jurídicas las grandes dudas: en una maniobra política digna de transforma­r en una película, el gobierno convirtió en triunfo una derrota democrátic­a como que el No del plebiscito del pueblo rechazando, no la Paz en si misma sino los procedimie­ntos para llegar a ella. Después la Corte Suprema legaliza, autentiza a través de una refrendaci­ón a nuestra juicio espúrea del Congreso, toda la victoria que no existía para autenticar un Si que despejara el camino.

Todo este accionar se encontró de frente con un resultado esperado, como fueron las elecciones en donde la oposición a los procedimie­ntos de la JEP pusieron sobre la mesa las modificaci­ones para poder reglamenta­r el mencionado tribunal. Total, un galimatías jurídico en donde ya se vio claridad al final del túnel: Si a la Paz, nada de hacerla trizas, sacarla adelante y luchar por volverla realidad con una JEP reglamenta­da. Pero con las correccion­es de lógica, ajustes de una elemental esencia dialéctica. No a la impunidad, castigo para quienes son sindicados por la justicia como criminales, no aceptar su participac­ión política sin definir su estatuto legal, no rotundo a el nexo delito del Narcotráfi­co-Farc, juzgamient­o para los militares con un tribunal especial con criterios bien distinto que los separe de la ignominia actuante de los sindicados exguerrill­eros. ¿No estará nuestro jurista bogotano en lo cierto en sus críticas a la JEP como venía dibujada y empezaba a actuar?

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