Tinta y honor
en la primera batalla de tatuadores en B/quilla
Por más de siete horas, cuatro artistas de la piel compitieron en las categorías Nueva escuela y Realismo en color. Los tatuadores quieren desmitificar que los que se tatúan son “delincuentes”.
David tenía sangre en su pierna. Hace más de cuatro horas Jhonny López le tatuaba un águila. Los colores de la tinta se confundían con el líquido rojo que se derramaba sobre su piel hinchada. Le dio otro sorbo a su cerveza y apretó los dientes para lo que venía. El sudor acampaba en la frente del tatuador, que permanecía impasible mientras le daba las últimas ‘pinceladas’ a su obra.
La concentración con la que redondeaba los detalles demostraba su sed de victoria. “Es una competencia sana”, decía mientras estiraba un poco los brazos y las piernas. Él era el retador y muy cerca estaba su rival, a quien un día enseñó a tatuar. Ramiro Alzate, mejor conocido en el mundo de los tatuajes como ‘Pollito’.
“El reto en el que participo es en la categoría Nueva escuela. Una fusión de colores vibrantes con efectos de volumen e inclusive caricaturas o
graffiti”, explicó.
Al caer la noche del viernes, los competidores y amantes de los tatuajes se dieron cita en Inkdaclub Tatoo para presenciar la primera batalla de tatuadores que se realizó en Barranquilla. En medio del humo de los cigarros, curiosos se acercaban a ver los trabajos, tomar fotografías y grabar videos, mientras sonaba estrepitosamente Smells like teen
spirit, de Nirvana. ‘Pollito’ bromeaba desde su puesto con el contrincante que alguna vez fue su mentor. “Jhonny me enseñó a tatuar y ahora yo le voy a ganar”, decía entre risas, mientras tatuaba un gato caricaturesco en el muslo de una joven de pelo azul.
Con expansiones en sus orejas, mangas de tatuajes en ambos brazos y un enorme búho que parece asomarse desde su cuello, ‘Pollito’ explica que recibió el reto por Instagram y que fue invitado a batirse a duelo en ese espacio.
“Acepté el reto y ojalá vengan muchos más”, dijo tomando su máquina de tatuar con la mano derecha, de la que sobresale un implante en forma de estrella en alto relieve.
Para Edwin Ospino, pro- pietario del local y organizador del evento, esos espacios ayudan a desmitificar el tabú de que los que se tatúan son “delincuentes”.
“Estos son espacios dedicados al arte. Los trabajos que los tatuadores exponen aquí son su propiedad intelectual. Ellos acuerdan con sus lienzos un precio módico por el tatuaje que cubra el valor de los insumos. El reto se da por Instagram en alguna de las modalidades. Las escogidas el viernes fueron ‘Nueva escuela’ y ‘Realismo a color’. La idea es que los tatuadores den a conocer su trabajo artístico creando espacios en los que se valore el arte y dejen de asociarse los tatuajes con la delincuencia”, reiteró.
REALISMO A COLOR. Una serpiente parecía cobrar vida en la pierna de Robert Trillos. Las escamas adquirían tonalidades verdes y azuladas evocando una belleza mística. El ojo saltón del reptil inspiraba temor, amenaza y cautela, o eso quería el artista que se interpretara mientras realzaba esos detalles que hacían de su tatoo un enigma.
Jefrey Malagón volvía a encender su máquina y el ruido de la vibración interrumpía la legendaria canción Bohemian Rhapsody de Queen. Curiosamente este joven no tiene ningún tatuaje porque le tiene miedo a las agujas. Aun así se considera un apasionado del arte, provisto de un gran talento: plasmar magistralmente en la piel de los clientes sus gustos, sueños e identidad.
“Este es un espacio para medir nuestro talento y exigirnos al máximo, con ello pensamos cómo a través de nuestra creatividad podecreativos mos vencer a nuestros rivales que son compañeros, amigos y sobre todo grandes profesionales de este oficio”, manifestó Malagón.
En una camilla ubicada al otro extremo estaba Luis Castillo, a quien le dibujaban un cocodrilo comiéndose una mano. Hace más de siete horas la aguja rayaba la enrojecida pierna de ese joven con aspecto de niño, que perdió la cuenta de cuantos tatuajes tiene. “Pueden ser más de 30”, dijo con orgullo.
Su tatuador, Eli Do Santos, le aplicaba un líquido blanco y removía con su mano cubierta por unos guantes de látex los excesos de tinta.
Observaba en la pantalla de una tableta los detalles del dibujo a color para darle aún más realismo a ese reptil que parecía emerger de la pierna de Castillo para destrozar a su presa.
“Yo estaba tranquilo cuando recibí el reto de Jefrey y lo acepté. Realismo a color no es mi especialidad porque me dedico más a los grises pero vine aquí a ganar”, expresó.
LOS GANADORES. A la media noche los artistas culminaron sus trabajos. Sonrisas, aplausos, abrazos y buenos comentarios entre ellos reafirmaron la camaradería que existe en el gremio barranquillero.
La fiesta con DJ y música electrónica en la terraza del local, en honor a la primera batalla de tatuadores de la ciudad se detuvo de golpe. Jefrey Malagón y Ramiro Alzate, ‘el pollito’, fueron nombrados ganadores de la dura prueba.
El reconocido tatuador barranquillero Manuel Quiroz, uno de los más destacados de Colombia, fue el encargado de anunciar a los ganadores del evento. Para este tatuador es de suma importancia que sigan surgiendo estos espacios en la ciudad para que se unan los amantes del arte.
“Es ideal seguir creando espacios en los que los artistas se reten y perfeccionen su trabajo. Así como hay eventos dedicados al cine o a la música, los artistas necesitan también un escenario propio y una vitrina que muestre todo ese talento que sobra en Barranquilla”, apuntó.
‘Pollito’ superó al maestro en Nueva escuela. La alegría de este joven de origen venezolano era evidente, pero su precepto es “seguir aprendiendo”.
“El evento fue brutal, estuvo súper bien para ser el primero y ojalá vengan muchas batallas más”, solicitó.
Los ganadores recibieron premios en ropa, accesorios e insumos para tatuar, pero más allá de lo material está la satisfacción inconmensurable que se resume en una palabra: honor.
Jefrey, por su parte, comentó que la victoria fue muy satisfactoria para su carrera como tatuador, un oficio algo estigmatizado por la sociedad pero que día a día le regala la alegría de plasmar su arte en la piel de las personas, dejándoles para siempre un eterno compañero.