El sacerdocio ministerial
Todos los cristianos por medio del bautismo nos hemos incorporado a Cristo para formar con él la unidad íntima. Él fue ungido, gracias a esto no da participación de su sacerdocio a todos los fieles. Algunos cristianos han sido revestidos con la orden sagrada para desempeñar públicamente el oficio sacerdotal.
¿Quién es un sacerdote ministerial? Es un hombre escogido entre los hombres para servir a los hombres, lo que quiere decir que es un hombre como los demás con sus limitaciones, sus pasiones y cualidades; un sacerdote no está inmunizado contra la crisis que nos presenta el mundo, ellos –al igual que sus hermanos en la fe (nosotros)– experimentan horas oscuras en su camino hacia Dios. Ellos sufren por la manera tan injusta con la que son generalizados ciertos hechos de la vida sacerdotal.
Cuando vemos deficiencia en el sacerdote, debemos sentirnos ciertamente y ayudarlo con nuestras oraciones, comprenderlos, interesarnos por sus problemas, orar por su vocación sacerdotal, apreciar su ministerio para que el sacerdote sea un hombre convencido y que convenza.
El sacerdote es un hombre llamado por Dios con una misión especial. Lo que Cristo le dijo a sus apóstoles se lo repite a cada uno de los sacerdotes, “No me eligieron ustedes a mí, fui yo quien los elegí”. La vocación sacerdotal es un don que Dios da a quién quiere y cuando él quiere.
Los presbíteros por la unción del Espíritu Santo quedan sellados para configurarse con Cristo sacerdote, cuya misión sagrada es evangelizar, consagrar y perdonar, esto se llama: comunicar la vida de Dios a los hombres.
Debemos ser compasivos y misericordiosos para juzgar a los sacerdotes, no los desprestigiemos con comentarios imprudentes. Neila Ordóñez Montaño