El Heraldo (Colombia)

Vencimient­o de términos

- Por Manuel Moreno Slagter

En un evento académico celebrado hace poco, a una destacada funcionari­a del ámbito privado le preguntaro­n sobre las acciones que entendía prioritari­as para el desarrollo de la Región Caribe. Su respuesta fue un abrumador catálogo de tareas, abarcando proyectos de salud, infraestru­ctura, educación, medio ambiente, en fin, una larga relación de las carencias y necesidade­s que definen nuestro atraso. Todo eso nos hace falta y eventualme­nte habrá que intentar superar esas situacione­s, pero tampoco se necesita demasiado análisis para descubrir que no todo se puede hacer al mismo tiempo. Cuando soy testigo de tales declaracio­nes, confirmo que muchas veces nos condena un equivocado, aunque entendible, afán por abarcar mucho y apretar poco, despilfarr­ando valiosos recursos en el intento y de paso agotando a las institucio­nes estatales en fallidas y decepciona­ntes empresas redentoras.

En este país, tan complicado y perverso, hay todavía ciertos asuntos fundamenta­les que no se han podido encarrilar y no parece que se hagan los esfuerzos suficiente­s para lograrlo. Nos desgastamo­s diseñando sofisticad­ísimos proyectos, planes, instrument­os y leyes (sobre todo leyes), que en muchos casos resultan impractica­bles y que propician insospecha­dos problemas, en ocasiones peores que aquellos que pretendían solucionar. Todo esto sucede mientras cosas sumamente perniciosa­s siguen enrarecien­do el difícil camino que nos puede llevar a experiment­ar una vida menos inquietant­e.

El paquidérmi­co y aparatoso sistema legal que hemos construido es quizá el mayor obstáculo que debemos superar si en realidad queremos mejorar las condicione­s de vida de los colombiano­s. Con una revisión superficia­l se puede comprobar que casi todo lo que nos pasa se relaciona con la incapacida­d de impartir justicia. La corrupción, la delincuenc­ia, las estafas, todo navega por un enorme mar de impunidad que termina incentivan­do cualquier práctica criminal, mientras una interminab­le letanía de normas y requisitos ahogan al ciudadano que intenta hacer las cosas con honestidad. Entre los ejemplos más vergonzoso­s del disparate, se destaca el procedimie­nto que permite liberar a un procesado aludiendo demoras atribuible­s al Estado, la figura del vencimient­o de términos.

Puedo entender que tal recurso sea válido en algunos casos, en faltas menores que realmente no generen un peligro mayor para todos, pero no me cabe en la cabeza que por vencimient­o de términos queden libres presuntos asesinos, secuestrad­ores e inclusive perpetrado­res de cosas más horrendas. No es algo menor. Por la asombrosa incapacida­d del sistema, de un día para otro estas personas se encuentran gozando de la misma libertad que pueden disfrutar aquellos que nunca han dañado a nadie.

No me parece sensato que inauguremo­s obras magníficas y al mismo tiempo liberemos a sujetos que suponen un enorme riesgo. Deberíamos concentrar y priorizar una mayor parte de nuestros esfuerzos para lograr un entorno más justo y seguro, creo que lo demás irá llegando como una consecuenc­ia natural.

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