El Heraldo (Colombia)

¿Para cuándo la próxima gran resaca?

- Por Thilo Schäfer @thiloschaf­er

Los medios en todo el mundo aprovechar­on el décimo aniversari­o de la caída de Lehman Brothers el pasado 15 de septiembre para averiguar si semejante crisis económica y financiera –la mayor desde 1929– puede repetirse hoy. Por ahora, el clima coyuntural global parece benigno. Re- cientement­e, hemos visto algunos temblores locales –en Turquía o Argentina–, pero no se ha producido un gran terremoto como el que arrasó el mundo tras la quiebra de Lehman. Sin embargo, aumentan los nubarrones en el horizonte al ritmo que sube de tono la amenaza de una guerra comercial originada en la Casa Blanca de Trump. En Europa tenemos nuestro propio cisne negro en forma del Brexit, que se producirá finalmente en marzo, aunque nadie tiene la más mínima idea en qué términos.

En todo este panorama irrumpió esta semana Christine Lagarde, la directora del Fondo Monetario Internacio­nal, con una advertenci­a sobre la deuda global que ha ascendido a un nuevo récord de 182 billones de dólares (“trillions” en inglés). La inusualmen­te larga fase de tipos de interés bajos –de cero o incluso negativos– que han vivido Estados Unidos y Europa está tocando su final y la mayoría de los estados, así como buena parte del sector privado no están preparados para el cambio de tercio. Con un coste financiero tan bajo muchas empresas no tienen prisa para desapalanc­arse. La euforia, por no decir avaricia, que reina en las bolsas impide una reducción de la deuda. Las grandes corporacio­nes en América y Europa prefieren ser más generosos con sus accionista­s –que son cada vez más los grandes fondos– subiendo dividendos o recomprand­o acciones propias.

Un ejemplo, que sonará a los lectores, es Naturgy, antes conocida como Gas Natural Fenosa, dueña de Electricar­ibe, firma que el Estado colombiano intervino. Coincidien­do con la entrada de dos grandes fondos en el accionaria­do –CVC y GIP–, con el 20% cada unola empresa de gas y electricid­ad se ha dado un nuevo plan estratégic­o que mejora considerab­lemente el trato a los inversores. El dividendo ha subido un 30% este año y seguirá aumentando en los próximos ejercicios, mientras se promete recortar costes e inversione­s. De aquí a 2022 los nuevos ejecutivos de Naturgy no pretenden bajar ni un céntimo la alta deuda de 16.400 millones de euros, porque consideran que el coste medio de financiaci­ón del 3,5% es soportable. De esta forma, los abultados beneficios de la eléctrica, que opera mayoritari­amente en mercados regulados y de poco riesgo, se destinan sobre todo a llenar los bolsillos de sus accionista­s y tenedores de bonos antes de librar a la empresa de la losa de la deuda de cara al futuro. Esto le ganó un tirón de orejas por parte de Fitch que rebajó el rating de Naturgy.

En los mercados ha vuelto a imponerse esta estratégic­a cortoplaci­sta de sacar la máxima rentabilid­ad de las inversione­s hoy sin mirar mucho más allá. Es muy difícil apurar la última copa y marcharse antes de que acabe la fiesta y enciendan las luces, como vivimos hace diez años.

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