El Heraldo (Colombia)

Desde la prisión

- Por Heriberto Fiorillo

El cantante y compositor puertorriq­ueño Daniel Santos estuvo en la cárcel en distintas etapas de su vida, llena de mujeres, fiestas, alcohol y marihuana. Daniel se ufanaba de haber estado preso más de cien veces. La primera en Nueva York, durante 1936, a sus 20 años, acusado de tener relaciones con una menor, encarcelad­o, declarado inocente y dejado en libertad.

La segunda fue en Cuba, en 1952, tras golpear a una mujer que se interpuso en una pelea de machos. Sentenciad­o a dos años en prisión, pagó solo 12 días, indultado por el entonces presidente, Carlos Prío Socarras.

Aquel mal rato lo llevó a describir la experienci­a en tiempo de bolero. ‘El Jefe’ compuso El Preso, Amnistía y Liberación, todos abogando por la dura condición de los prisionero­s. Los grabó con La Sonora Matancera.

La última entrada de Daniel a una cártra, cel fue en Ecuador. El año, 1956. Había llegado tarde al Teatro Apolo, donde cantó una sola canción. El público, enloquecid­o, destrozó el lugar.

Lo encerraron de viernes a sábado. Entonces escribió Cautiverio y Cataplum, pa’ dentro, anacobero, una perla que dejó al Ecuador en su mapa musical una inolvidabl­e crónica de lo que fue la trifulca de aquella noche.

Otra figura de la música latina fue el también boricua Ismael Rivera. En 1962, ‘Maelo’, como lo llamaban, fue detenido por posesión de drogas en el aeropuerto de San Juan, Puerto Rico.

Condenado en EEUU a cuatro años en la prisión de Lexington, Kentucky, Ismael no fue olvidado. Su coterráneo, Bobby Capó, escribió para él Las Tumbas, que grabó con Rafael Cortijo.

Una de las cárceles de máxima seguridad más famosas de los Estados Unidos es la de Sing Sing, en el Estado de Nueva York. El músico dominicano Bienvenido Brens, escribió La cárcel de Sing Sing, una canción que llegó a la cúspide en la voz del cantante y pianista colombiano, Alci Acosta.

De la prolífica carrera de Julio Ernesto Estrada, más conocido como Fruko, surgió en 1975 El Grande, un larga duración que lo consagró como una de las grandes figuras de la salsa mundial, con sus cantantes Wilson Saoko y Joe Arroyo. En este LP se destaca El Preso, escrito por Álvaro Velásquez, inspirado en el drama de un amigo condenado en Canadá a la cárcel por tráfico de drogas.

Pero la canción más emblemátic­a de la ciudad de Barranquil­la, la compuso su compositor y cantante, Joe Arroyo, tras una temporada en prisión.

‘El Joe’ fue detenido y llevado preso a una estación de policía del barrio El Bosque, por posesión y consumo de drogas. Al enterarse de que su ídolo estaba preso, los vecinos se amotinaron en los alrededore­s, cantando y demandando su libertad.

Los protestant­es no aceptaban ver al Joe en la cárcel. Sus ánimos se encendiero­n, rompieron los cordones de seguridad y la Policía no tuvo más remedio que soltarlo.

Joe nunca olvidaría aquello y en su sentida pieza En Barranquil­la me quedo dejó plasmada esta estrofa: “Y si a mí me meten preso, ¡Barranquil­la a mí me saca!”.

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