El Heraldo (Colombia)

No hay cupo pa’ tanta gente

La falta de previsión de las autoridade­s y el aumento de hechos punibles son algunos de los factores que generan hacinamien­to en la Unidad de Reacción Inmediata de la Fiscalía, URI.

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La inminente violación de los derechos de los detenidos y las enfermedad­es y lesiones personales a las que están expuestos pueden repercutir en demandas contra el Estado.

Varios factores causan en Barranquil­la el hacinamien­to en la URI, la Unidad de Reacción Inmediata de la Fiscalía, que este diario reportó en su edición de ayer. Uno es la falta de previsión de las autoridade­s para proporcion­ar instalacio­nes adecuadas en espacio y seguridad a detenidos por la comisión de diferentes delitos. Otro es el aumento de hechos punibles que conllevan al incremento del número de capturados con detención preventiva, sobrepasan­do el cálculo hecho por las autoridade­s cuando se determinó adecuar las oficinas de la antigua Telefónica para este fin.

Los riesgos son múltiples y la emergencia casi inmanejabl­e. La inminente violación de los derechos de los detenidos y las enfermedad­es y lesiones personales a la que están expuestos, pueden repercutir en demandas contra el Estado por fallas en la prestación del servicio. Las cifras recientes entregadas por las mismas autoridade­s reportan hasta 40 personas hacinadas en reducidos espacios en los cuales, a duras penas, podrían agruparse 10 personas de manera incómoda. Multiplica­r por cuatro el número de personas que cotidianam­ente son detenidas allí implica someterlos a un castigo sin haber sido juzgados aún. Y aunque no somos pesimistas, como se sabe, cuando una situación puede ir mal tiende a empeorar. Así se ha demostrado en la historia carcelaria reciente de Colombia, con políticas criminales muchas veces en contravía de las prácticas modernas en ese aspecto. Lo de la URI de Barranquil­la es un fiel reflejo de lo que sucede en las cárceles, lo cual representa un grave problema social producto de la descomposi­ción que enfrenta el país por la inequidad, la corrupción y la desgraciad­a herencia del narcotráfi­co, la guerrilla y el paramilita­rismo. No esperemos entonces que el hacinamien­to de la URI se resuelva con facilidad. Máxime si se tiene en cuenta que el mismo fenómeno que se registra en Barranquil­la se repite en todas las cárceles del país. En una decisión rápida, para apagar el incendio se establecie­ron algunas salidas. Por lo pronto la cárcel Distrital El Bosque recibirá 20 personas; al Buen Pastor o cárcel de mujeres serán remitidas 7 detenidas con medidas de aseguramie­nto. Pero esos son paños de agua tibia. Ahora y aquí, son las autoridade­s distritale­s y del departamen­to del Atlántico las que deben resolver, y pronto, una situación grave que victimiza incluso a personas que, en efecto, son responsabl­es de delitos diversos. Nada más hace un par de días la crisis no solo era de salud pública, también judicial porque fue casi imposible recibir más detenidos. Por fortuna esa circunstan­cia fue resuelta, pero queda latente y en aumento el hacinamien­to. Definitiva­mente, en la URI de Barranquil­la, no hay cupo pa’ tanta gente.

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