El Heraldo (Colombia)

Presidente, pase a la historia

- Por Alberto Martínez albertomar­tinezmonte­rrosa@gmail.com @AlbertoMti­nezM

Sí, señor Presidente, pase a la historia. Como se lo dijo el alcalde Rafael Martínez, pase a la historia como el gobernante que le resolvió el problema de agua a Santa Marta.

En sus manos tiene el estudio que hizo la Universida­d de los Andes, a instancias del Departamen­to Nacional de Planeación, y el proyecto que con esos mismos insumos estructuró el Ministerio de Vivienda.

Como lo habrá visto, nunca se había avanzado tanto en la identifica­ción de las soluciones.

Ahí resulta claro que el problema se resuelve en dos etapas, primero, captando agua los ríos Toribio y Córdoba, que tienen caudales suficiente­s para atender la dinámica de consumo de mediano plazo, y luego conectando el acueducto con el río Magdalena para resolver de raíz el problema.

El problema está dignostica­do. La ciudad necesita 2.400 litros por segundo y solo le llegan 1.200 por el bajo caudal de las fuenteshíd­ric as.

Durante seis de los doce meses del año, 153 barrios, que agrupan alrededor de 170 mil personas, se quedan sin el líquido. El otro 60% de la población afronta angustiant­es racionamie­ntos.

No hay otra ciudad colombiana de caracterís­ticas parecidas que padezca una crisis semejante.

De nada ha valido que sea: uno de los cinco distritos especiales de Colombia, la primera ciudad fundada por los españoles, uno de los cuatro principale­s puertos marítimos de la nación ni el principal destino turístico natural del Caribe.

Entiendo que el Ministerio de Hacienda alega razones fiscales para negarse al proyecto.

Las obras cuestan, en efecto, 3.2 billones de pesos, pero se irán invirtiend­o a lo largo de 30 años al amparo de una asociación público-privada, como lo sugirieron en su momento los consultore­s de la Universida­d de los Andes.

De esa plata a la Nación le correspond­ería aportar 1.5 billones, mientras que al Distrito, 1.7 billones, no obstante que se encuentra en ley 550 y que el presupuest­o del gobierno central es 347 veces más alto que el suyo. ¿Lo ve?

Ahora bien: para nadie es secreto la cercanía que usted tiene con las familias electoras del Magdalena, que están enfrentada­s abiertamen­te al grupo político que gobierna a la ciudad desde hace seis años.

Pero usted es un uribista de avanzada. Y sabe que esto no es un asunto de amigos o enemigos políticos. ¿Cómo van a estar en ese ajedrez los 37 niños menores de 5 años, de cada 100, que sufren enfermedad­es de piel e infeccione­s gastrointe­stinales?

Los samarios están apelando a su sensatez para que analice la iniciativa o, si prefiere, ordene una nueva.

Tenga claro, en cualquier caso, que sin agua, no hay desarrollo y mucho menos economías naranjas.

Nuestro Carlos Vives, que también es su amigo, es grande en lo que hace. Muy grande. Y está bien que lo secunde en los cantos vallenatos que se sabe de memoria.

Pero él no es el interlocut­or válido para buscar las soluciones estructura­les que demanda la ciudad. Con un tema tan serio no se juega. Tampoco se canta.

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