Presidente, pase a la historia
Sí, señor Presidente, pase a la historia. Como se lo dijo el alcalde Rafael Martínez, pase a la historia como el gobernante que le resolvió el problema de agua a Santa Marta.
En sus manos tiene el estudio que hizo la Universidad de los Andes, a instancias del Departamento Nacional de Planeación, y el proyecto que con esos mismos insumos estructuró el Ministerio de Vivienda.
Como lo habrá visto, nunca se había avanzado tanto en la identificación de las soluciones.
Ahí resulta claro que el problema se resuelve en dos etapas, primero, captando agua los ríos Toribio y Córdoba, que tienen caudales suficientes para atender la dinámica de consumo de mediano plazo, y luego conectando el acueducto con el río Magdalena para resolver de raíz el problema.
El problema está dignosticado. La ciudad necesita 2.400 litros por segundo y solo le llegan 1.200 por el bajo caudal de las fuenteshídric as.
Durante seis de los doce meses del año, 153 barrios, que agrupan alrededor de 170 mil personas, se quedan sin el líquido. El otro 60% de la población afronta angustiantes racionamientos.
No hay otra ciudad colombiana de características parecidas que padezca una crisis semejante.
De nada ha valido que sea: uno de los cinco distritos especiales de Colombia, la primera ciudad fundada por los españoles, uno de los cuatro principales puertos marítimos de la nación ni el principal destino turístico natural del Caribe.
Entiendo que el Ministerio de Hacienda alega razones fiscales para negarse al proyecto.
Las obras cuestan, en efecto, 3.2 billones de pesos, pero se irán invirtiendo a lo largo de 30 años al amparo de una asociación público-privada, como lo sugirieron en su momento los consultores de la Universidad de los Andes.
De esa plata a la Nación le correspondería aportar 1.5 billones, mientras que al Distrito, 1.7 billones, no obstante que se encuentra en ley 550 y que el presupuesto del gobierno central es 347 veces más alto que el suyo. ¿Lo ve?
Ahora bien: para nadie es secreto la cercanía que usted tiene con las familias electoras del Magdalena, que están enfrentadas abiertamente al grupo político que gobierna a la ciudad desde hace seis años.
Pero usted es un uribista de avanzada. Y sabe que esto no es un asunto de amigos o enemigos políticos. ¿Cómo van a estar en ese ajedrez los 37 niños menores de 5 años, de cada 100, que sufren enfermedades de piel e infecciones gastrointestinales?
Los samarios están apelando a su sensatez para que analice la iniciativa o, si prefiere, ordene una nueva.
Tenga claro, en cualquier caso, que sin agua, no hay desarrollo y mucho menos economías naranjas.
Nuestro Carlos Vives, que también es su amigo, es grande en lo que hace. Muy grande. Y está bien que lo secunde en los cantos vallenatos que se sabe de memoria.
Pero él no es el interlocutor válido para buscar las soluciones estructurales que demanda la ciudad. Con un tema tan serio no se juega. Tampoco se canta.