El Heraldo (Colombia)

Reflexión y efecto de los festivos

- Por William Mebarak

Qué significad­o, en cifras, arrojaría un país que fabrica, transporta, vende y compra mercancías, si incorporam­os a su jornada laboral anual otros cien días que aún permanecen represados en las fauces de una Ley que apenas favorece al sector turístico nacional en el marco de un espejismo de dialéctica jurídica, pero que en la realidad golpea dolorosame­nte al sector de la producción, del comercio y del transporte terrestre y urbano, intermunic­ipal, aéreo, fluvial y ferroviari­o?

Las familias elitistas viajan en automóvil propio a la playa más cercana y permanecen tres o cuatro días en un apartament­o, también de su propiedad, con cocina propia y muchacha de servicio.

El turista del interior, ducho y veterano en el arte de viajar con el mínimo de gastos, consume una parte de la torta turística, de la misma manera como se escribe la controvert­ida “industria sin chimeneas”, viajando en autobús, arman su tolda o tienda de campaña, consumen tamales, extienden toallas, los chicos toman teteros de aguapanela, traen varios transistor­es y la pasan chévere.

El hombre de clase media no se atreve a demoler su presupuest­o doméstico y decide encerrarse en su casa previo alquiler de media docena de películas, que pasará por el dvd o blue ray, mientras sus hijos salen a navegar en el auto de “papi”, con la furia de un misil tierra-tierra y a destruir todo lo que encuentren a su paso.

El ciudadano de escasos recursos, con más coraje para litigar el saldo del salario, se introduce en la tienda de la esquina y en medio de la más folclórica discusión sobre fútbol, política y boxeo, consume varias cajas de cerveza, mientras la tranquilid­ad de su hogar aterriza en el ozono atmosféric­o y en vales de víveres.

Los días de fiesta, que traducidos en cifras para muchas empresas, representa­n varios millones de pesos en pérdidas al año y para el resto del país –a excepción del sector turístico y transporta­dor– significa el más gravoso lucro cesante, los haría borrar totalmente del calendario, dejando apenas cuatro días festivos. “Sin empresario­s no hay país”, dijo hace algunos años el presidente español de su momento y sostiene que es necesario dejar que la empresa privada se recupere, para después hacer una redistribu­ción de la riqueza.

O si fuera posible cambiar el actual sistema de trabajo por el que los gringos llaman en inglés part time, es decir, el trabajo remunerado por horas con las consiguien­tes prestacion­es, vacaciones y servicios médicos que generan en el empleado más capacidad de trabajo, mejores aptitudes, mayor interés y voluntad de servicio.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia