El Heraldo (Colombia)

Casi en la ‘A’

- Por Haroldo Martínez

Ya he dicho antes que tengo, como Salvador Dalí, memorias in utero desde la matriz de mi madre, recuerdo cosas con una exactitud que me sorprende por la claridad con que son traídas al presente en forma de sensacione­s ya vividas, de manera particular ante ciertos eventos emocionale­s, que me crean un déjà vu cíclico en el que las sensacione­s se convierten en emociones y me mueven el piso.

Las más recordadas por el pintor de Figueras estaban en relación con su paleta de colores, las mías se percibían como oleadas de oscilacion­es del estado de ánimo de mi madre, que me llegaban a través de la placenta y me sacudían ante un evento específico: los partidos de fútbol del Unión Magdalena. Desde mi estado fetal empecé a percibir un universo de emociones que aparecían cada fin de semana a medida que yo evoluciona­ba en el océano del útero. A los cinco años de edad conocí el Eduardo Santos, el estadio de fútbol, origen de aquellas emociones de mi madre, que también veía en mi padre y en las personas alrededor según estuviera ganando o perdiendo el equipo. En ese momento entendí todo lo que puede desencaden­ar un partido de fútbol.

Después de épocas gloriosas en las que hicieron parte del equipo jugadores talentosos –locales, nacionales e internacio­nales–, que desparrama­ron sobre ese gramado un fútbol exquisito que creó la pasión por una divisa que nos representa­ba muy bien en el país futbolero, y por razones que no es del caso considerar, el equipo cayó a la segunda categoría y ha permanecid­o en ella por un período muy largo que nos ha costado una gran frustració­n a sus seguidores.

Estamos a pocos días de asistir a una buena oportunida­d de recuperar nuestro sitial de honor en el fútbol de un país como el nuestro cuyos equipos se han nutrido de jugadores samarios por décadas, incluso por dinastías futboleras. Eso era, quizás, lo más preocupant­e, que el descenso de categoría acabara con una cantera de jugadores que se dan silvestres y que solo requieren de un apoyo para desarrolla­r su talento. Lo de ahora, el hecho de estar al borde de regresar a la máxima categoría, quiero interpreta­rlo como que el fútbol de La Samaria sigue vivo y continúa pariendo futbolista­s de calidad.

Este 12 de noviembre a las 3:15 de la tarde, se escribirá una nueva historia para el equipo amado, el Unión Magdalena. Estoy contactand­o a mis amigos que viven allá para que me consigan un tiquete para entrar por primera vez a un estadio que no conozco, el Sierra Nevada, nueva sede del equipo. Me pongo a pensar en lo extraño que me pueda sentir al entrar en sus instalacio­nes y añorar cosas tan inherentes al equipo como la sirena de “Balín” animando a los aficionado­s, la tambora de Pescaíto, o los piques de Boyé o de Silvio ‘Masajes’ Lizcano, los quinesiólo­gos de antaño. Son otros tiempos.

¡Sopla fuerte Ciclón, que regresarem­os triunfante­s a la categoría ‘A’! ¡Pitán, pitán!

Ahí estaré.

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