El Heraldo (Colombia)

La falsedad mata

- Por Javier Darío Restrepo Jrestrep1@gmail.com @JaDaRestre­po

¿Quién asesinó a Maikel Mares?: ¿La tecnología? ¿Los vecinos enfurecido­s? ¿El usuario que regó un rumor por las redes? Cerca de 100 vecinos del barrio Divino Niño creyeron el rumor y mataron a golpes y de dos cuchillada­s a este hombre de 30 años, asaltaron su casa y se llevaron lo poco de valor que encontraro­n. Las autoridade­s creen ver dos razones para el linchamien­to: aunque era colombiano, Maikel acababa de regresar de Venezuela, por tanto lo mataron por ser venezolano, acusado de ladrón de niños, de acuerdo con la cadena de Whatsapp.

La cadena mintió, según la Policía: el rumor y la red social produjeron la muerte de este hombre que no pudo hacer nada en su defensa, ya que era cojo y no les hizo oír que se equivocaba­n porque una muchedumbr­e enfurecida por una falsedad ni ve, ni oye, ni entiende. La declaració­n de su inocencia hecha por la Policía llegó tarde.

La mentira, amplificad­a y con difusión instantáne­a por las redes sociales, es un arma mortal que se está manejando con inconscien­cia infantil.

Fueron parecidos los 27 linchamien­tos que en dos meses se produjeron en la India; y no sucede esto solo por la ignorancia con que en los medios populares se manejan los aparatos digitales, el mundo está asistiendo a una oleada criminal que avanza desde las plataforma­s de la tecnología: Rusia la convirtió en arma política y China entró al club de los hackers. En Europa están venciendo la timidez democrátic­a para combatir la cibermenti­ra y Francia impone multas de 45.000 euros a quien difunda noticias falsas, Italia abrió un portal donde llegan las falsedades que circulan por las redes, Bolsonaro acaba de triunfar con la ayuda de las redes mentirosas y, como había sucedido hace dos años en las elecciones presidenci­ales, en Estados Unidos no se dudó sobre el uso de la mentira para las elecciones de la semana pasada. Hoy se gana con mentiras potenciada­s por la tecnología digital ante unos electores que aún no superan el deslumbram­iento que produce ese nuevo poder.

Y lo sucedido en el barrio Divino Niño de Ciudad Bolívar vuelve a demostrar que cualquier ser humano, su buen nombre y su vida están bajo la inminente amenaza de una tecnología poderosa cuando es perversame­nte utilizada. Los intentos que se hacen para establecer controles han sido inútiles.

El ejército de 20.000 empleados que alinea Facebook para combatir las noticias falsas, la eliminació­n de páginas y programas, parecen insignific­antes ante la magnitud de un fenómeno que no se puede neutraliza­r con multas, cierres o sanciones.

Educar a los usuarios de las redes es una propuesta que parece irreal, pero es la única. Cuando se entienda que más que un disparo, toda comunicaci­ón tiene efectos, entonces se podrá creer que se ha dado un primer paso. Los otros tendrán que dirigirse a la creación de una conciencia de que lo digital deberá manejarse con el cuidado con que se manipulan explosivos, porque en lo digital la falsedad mata gente y destruye el orden democrátic­o de naciones enteras. Pasa en Brasil, en Estados Unidos y en el Divino Niño.

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